lunes, 30 de diciembre de 2019

Acabar el año a lo mundano y a lo Cristiano

   Hemos leído, no sabemos dónde, ser costumbre de ciertos pueblos aguardar entre las emociones de un baile o de un banquete las doce de la noche del último día de diciembre y la subsiguiente entrada del primero de Año nuevo.   


   Comprendemos perfectamente la idea. Se reduce a ahogar en placeres y devaneos el severo recuerdo del año que expira y el del otro que va a empezar; es sencillamente levantar un poco de ruido en el corazón, aturdirse algún tanto para sentir menos esa aldabada convulsiva que nos da el año saliente al pasar rápido delante de nosotros para dar lugar al año entrante, como para advertirnos que no somos más duraderos que él y que no menos que a él va a tragarnos en breve la eternidad. Es puramente cuestión de miedo. El mundano se atolondra con sus locuras para distraerlo, del mismo modo que el niño cobarde canta y grita en la obscuridad para disimular su pavura.

El cristiano fiel ve muy de otra manera morir y renacer los años. Agradece a Dios los transcurridos, y espera de su bondad los que todavía le quiere conceder. Da una ojeada sobre los primeros para corregir los tropiezos de su vida si los hubo, y otra sobre los segundos para afirmarse en el bien y asegurarlo con nuevas resoluciones. Contempla sobre todo los beneficios sin número que le ha prodigado Dios, y los agradece, y pide su continuación confiado.

Con tales consideraciones procuran muchas almas cristianas despedir al año que se va, y dar la bienvenida al año que se viene. Para eso pasan muchos en meditación la hora última del día 31 de diciembre. Y en varias casas religiosas, y en alguna parroquia, se expone el Santísimo Sacramento al anochecer de este día y se le dedican las últimas horas de él.

De un modo o de otro de éstos quisiéramos santificasen tal día nuestros buenos lectores. Consideren los amigos y conocidos que de su lado ha arrebatado la muerte en los últimos doce meses; reflexionen lo que para ellos mismos se ha acortado el plazo que les separa de la eternidad; vean qué dones han recibido del cielo y cuántos han aprovechado y cuántos malbaratado; examínense a sí propios, cómo viven, cómo morirían si hubiesen de morir hoy, y qué sentencia fuera la suya si hoy debiesen ser juzgados. Y si algo aman su propia alma, apresúrense a vivir ese poco que todavía les resta vivir, en conformidad con estas reflexiones. Más nuevas y más halagüeñas las puede haber, pero no más verdaderas y que más de cerca nos interesen.

(Sardá y Salvany, D. Félix; Año Sacro, Tomo I. Barcelona: Editorial Ramón Casals, 1953)

martes, 24 de septiembre de 2019

Madre Católica Misión en la propagación de la Fe



















  UNA PALABRA A LA MUJER

¿Y creías tú, apreciabilísima lectora, que podíamos habernos olvidado de tí en esta obrita, tratando de cosa en que sueles tener parte tan principal como es la Propaganda católica? ¿Pensaste acaso que podíamos no dedicar exclusivamente para tí una página siquiera, entre tantas como hemos dedicado a materia que te es por todos conceptos tan simpática? Sabido es que en todas partes eres aún, gracias a Dios, el alma de la familia. El marido podrá ser el brazo, la cabeza, si se quiere, pero el alma eres tú, dicho sea sin ánimo de adularte. A tu dulce influencia se rinde a menudo lo que no se rinde a la voz misma de la Religión: a más de un marido, por ejemplo, y a más de un hijo mayor obligas en Cuaresma a cumplir con la parroquia; más de un domingo oyeron Misa por tu importunidad; más de cien veces no dejó de rezarse el Rosario junto al hogar en invierno, o al dintel de la puerta en verano, porque tú no diste paz ni sosiego hasta que se rezó. ¿Quién recuerda a los distraídos de casa los días de vigilia o de abstinencia? ¿Quién cuida que se cumplan puntualmente los votos, tal vez olvidados pasada la necesidad urgente que los reclamó? ¿Quién guarda y enciende cuidadosa la vela del monumento, y coloca en las ventanas la palma y el laurel benditos que preservan de la tempestad? Tienes en la vivienda del hijo del pueblo un verdadero ministerio: si por desgracia eres mala, eres lo peor del mundo, una harpía; si felizmente eres buena, eres en cierto modo un sacerdote doméstico. 
"Si por desgracia eres mala, eres lo peor del mundo, una harpía; si felizmente eres buena, eres en cierto modo un sacerdote doméstico"
¡Elevada misión! ¡Sublime destino! En tu juventud perfumas el hogar con el aroma de tus ejemplos piadosos: la niña cristiana embellece la casa del labrador, del artesano y del obrero; la rodea de cierto respeto y veneración pública, que resaltan más y más en medio de la pobreza y de las ocupaciones humildes. Esposa y madre, te son deudores de sus primeros pensamientos sobre Dios y sobre la otra vida una porción de seres a quienes crías a la vez para la tierra y para el cielo. 
"Crías a la vez para la tierra
          y para el cielo"
Las primeras semillas que han de producir en aquellas almas tiernas los generosos arranques de la juventud, las sólidas resoluciones, la inquebrantable constancia y la actividad enérgica de la edad viril, tú eres quien las deposita en sus corazones, y quien los riega, y quien los ve crecer con ansiedad y recelo, arrancando solícita cualquier otra raíz que pudiera afear la hermosura de aquel bello jardín! Tu mirada perspicaz descubre en la inquietud del adolescente sus primeros extravíos, que suelen ser a la vez sus primeros desengaños; tu palabra viva excita el remordimiento saludable y produce mil veces el retorno al bien en aquella edad de tan fáciles seducciones. Si la espina se ha clavado ya muy honda, ¿a quién se descubre con más confianza que a ti? ¿Cuántos hijos ha reconducido a Dios y al confesor la insinuación delicada de la madre? Por miras muy elevadas, ¿no ha colocado también Dios en el centro de esa gran familia que formamos todos los hombres, a otra Mujer que es Madre de todos ellos? ¡Cuán hermosa semejanza puede tener tu misión en la familia, con la grandiosa misión de la Virgen María para con todo el linaje humano! Orar, guiar, interceder, ¿no es este un suavísimo programa que realiza ella, y en el cual tienes no poco que meditar y que aprender? Los hombres, ha dicho quien podía saberlo muy bien, hacen las leyes, pero las mujeres hacen las costumbres.
"Los hombres, ha dicho quien podía saberlo muy bien, hacen las leyes, pero las mujeres hacen las costumbres"
 Y ¿quién tiene más importancia en el mundo, el autor de las leyes o el de las costumbres? Las leyes sin las costumbres son papel mojado: por esto el Propagandista, que no pretende formar leyes, sino costumbres, ha de buscar siempre y en todas partes tu cooperación, sabiendo que eres la mejor confeccionadora de tal género, y la mejor maestra en tal escuela. ¡Hijas! ¡Esposas! ¡Madres! a esa gran obra os invito, y de sus resultados no respondo yo, sino Dios. Ayudad a la Propaganda, que a todas viene a ayudaros. ¡Dichosa ella si en vuestro modesto hogar puede derramar con vuestra ayuda una gota sola de consuelo, depositar un grano solo de buena semilla, desvanecer un átomo solo de preocupación! Los tiempos de revolución son crueles para el corazón de la mujer, pero muy especialmente para el de las pobres madres de familia. 

Aparte del sin número de calamidades materiales que traen consigo, la calamidad más deplorable, aunque sea tal vez la menos deplorada, es la ruina de tantos y tan hermosos corazones que son arrastrados por la espantosa corriente. El quebranto de los públicos intereses, la decadencia de las fortunas privadas, la profanación de los altares, el incendio que devora los pueblos y las mieses, la sangre misma que riega nuestras campiñas, son espectáculo menos desastroso y desconsolador, si bien se considera, que el vértigo que se apodera de las inteligencias, y la devastación moral que el sofisma y el mal ejemplo producen en las costumbres. ¡Desgraciadas madres, cuyos hijos saludan los albores de la juventud en tan críticos períodos de la historia! ¡Ver convertirse a aquel ser dócil, sumiso, creyente, quizá fervoroso, en altanero, procaz, blasfemador, vilipendiador de todo lo respetable! ¡Ver aparecer de repente la sonrisa amarga de la duda en aquellos labios que hasta entonces sólo conocieron las de la inocencia! ¡Ver dibujarse el primer rasgo de Lucifer en aquella frente hasta entonces angelical! Comprendo que todas las madres sean por instinto reaccionarias. Comprendo que la impiedad se esfuerce lo primero en apartar a sus infelices adeptos del hogar doméstico, y que vean en él un enemigo jurado de las agitaciones de la plaza pública. Comprendo que un periódico demagogo haya escrito en sus infernales columnas estas palabras, que todavía me espantaron cuando las leí, a pesar de que no me era desconocida la idea: «La primera tiranía de que hay que emancipar al ciudadano del porvenir es la tiranía de la madre. El hogar doméstico es el baluarte de todos los despotismos.» ¡Ah! ¡Cuántas madres que leen estas líneas están quizá rompiendo en llanto ahora mismo, y me dicen con voz entrecortada: «¡Sí, sí, tenéis razón, eso nos pasa! ¡Cuánta razón tenéis!» Pues bien, ¡madres católicas! ¡Madres españolas! No para vano alarde de sentimentalismo, no para lograr haceros saltar una lágrima, recompensa para mi más preciosa que todos los aplausos, me he atrevido hoy a sacar al público vuestras secretas amarguras. No, más alto es mi objeto. Oíd bien lo que voy á deciros, porque aunque sólo una vez me he dirigido especialmente a vosotras en esta obrita, he pensado en vosotras constantemente al escribir cada uno de sus capítulos. Pues bien: si algún derecho tengo a ser escuchado, escuchad y grabad en vuestro corazón estas palabras que voy a deciros. Madres católicas, madres españolas; sois una potencia formidable, una influencia poderosísima en la sociedad. Vuestros propios enemigos lo confiesan. Poned, pues, esta influencia poderosísima al servicio del bien y de la Religión; no tengáis ociosa esta arma que el cielo ha colocado en vuestras manos para hacerla quizá instrumento de sus más gloriosas victorias. Amáis y sois amadas. He aquí la fórmula, el secreto de vuestro poder. No os contentéis, pues, con estériles gemidos o con impotentes declamaciones. Vuestro es el corazón de vuestros hijos, y pues sois dueñas del corazón, sois dueñas de todo el hombre. Emplead, emplead la fuerza mágica de vuestra voz, las mil y mil delicadezas de vuestro ascendiente, el seductor encanto de vuestras caricias, el poder irresistible de vuestras lágrimas para volver a Dios y a su Iglesia esos corazones que la impiedad ha robado a vosotras y al cielo. Orad sobre todo, que la oración de la madre es la que indudablemente tiene mejor acogida en la audiencia celestial después de la oración de la Iglesia, que es madre de todos, y de la oración de María, que es Madre nuestra y de Dios. Orad y hablad; orad y prodigad sonrisas; orad y dirigid amenazas; orad y suplicad con llanto; ¿qué hijo resistirá al doble poder de lo más humanamente irresistible, que es la sonrisa, la amenaza y el llanto maternal, cuando todo esto va acompañado de lo más divinamente poderoso, que es la oración? Los momentos son preciosos. La agitación social ha llegado en Europa a su colmo, y empieza a entrar tiempo ha en un período de visible decadencia. A la época de las embriagadoras ilusiones va sucediendo la de los desengaños. Pero el desengaño sin la vuelta a la fe es la desesperación. Salvad de ese último abismo a vuestros hijos desengañados, retornándolos a la fe y abriendo otra vez ante sus ojos los purísimos y dilatados horizontes de la esperanza. Después de Dios la suerte de la sociedad está quizá en vuestras manos. ¿Qué día tendrá toda su plenitud y desarrollo ese dulcísimo apostolado de las madres cristianas? Rogamos entre tanto a todas las madres que nos leyeren, procuren su difusión y le hagan objeto preferente de sus oraciones.

P. Félix Sardá y Salvany, Apostolado Seglar, LXI, Una palabra a la mujer.


jueves, 29 de agosto de 2019

El jefe de los jesuitas denuncia un complot para forzar a Jorge Bergoglio a renunciar

  Sorprende la caraduréz de este modernista, que no tiene empacho en victimizar a los asesinos de la Fe y defender como válido y bueno el camino de destrucción emprendido por Jorge Mario Bergoglio. Reproducimos el texto de este artículo, extraído de la página de Periodista Digital con fecha del 21 de agosto de 2019. Las notas en rojo son nuestras. Al final dejamos un vídeo en el que el mismo Sosa Abascal niega la autoridad Universal de quien él considera verdadero papa. Es un hereje con todas las letras. Véalo por sus propios ojos.



Luchas internas, cizañas y traiciones en la Iglesia. El superior general de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa Abascal, denunció un complot(¿?) de los sectores ultraconservadores de la Iglesia contra el papa Francisco y el modelo pastoral que este representa.
«Hay personas, dentro y fuera de la Iglesia, que desean que el papa Francisco renuncie, pero él no lo hará”, dijo el jefe de los jesuitas durante el XL Encuentro de Amistad entre los Pueblos, una popular iniciativa conocida como el Meeting de Rimini que se organiza cada año en Italia.
Sosa Abascal sostuvo que la estrategia de estos conspiradores va más allá del pontificado de Bergoglio: «Creo que la estrategia final de estos sectores no es tanto forzar al papa Francisco a renunciar, cuanto afectar a la elección del próximo pontífice, creando las condiciones para que el siguiente papa no continúe profundizando el camino que Francisco ha indicado y emprendido en su lugar».

NB: Acaso no son los sacerdotes modernistas los primeros en negar un COMPLOT para destruir a la Iglesia? Constantemente hemos dado la voz de alarma para señalar ese COMPLOT, y ahora uno de los miembros de ese complot lo señala? Que paradoja!!!

Por el contrario, el religioso de origen venezolano consideró que «es esencial que este viaje continúe, de acuerdo con la voluntad de la Iglesia claramente expresada en el Concilio Vaticano II, del cual el papa Francisco es un hijo legítimo y directo».

NB: Vale la pena remarcar, que es honesto de su parte decir que Bergoglio sigue el camino emprendido por el Concilio Vaticano II, que es un hijo legítimo de la revolución y destrucción comenzada con el Concilio y pide que continúe ese viaje.

En su intervención, Sosa Abascal apuntó a la «nostalgia» de la Iglesia europea por «un pasado idealizado, como si la sociedad en Europa fuera una sociedad cristiana perfecta. La gente vive nostálgicamente por un pasado que nunca existió. En Estados Unidos, en cambio, se centran en la inculturación».

NB: Niega completamente la historia de la Iglesia y los hechos reales, niega la Civilización Cristiana de la época medieval que le dio vida a Europa. No es “nostalgia” por un sueño irreal, sino deseo de que vuelva a ser el Catolicismo la vida de la civilización europea.

«El cristianismo no es una religión íntima, solo se puede vivir en comunidad», aseguró el superior de los jesuitas, quien recordó cómo «el Espíritu Santo nos habla hoy a través de los jóvenes». «Todos estamos llamados a acercarnos a ellos», enfatizó.
«La Iglesia dirigida por Francisco está apostando por la educación de los jóvenes, extrayendo de ellos recursos y valores», explicó Sosa Abascal, que citando al pontífice argentino insistió en que «el futuro de la humanidad pasa de la inclusión social de los pobres. Pero no se hace desde afuera, es una condición para caminar juntos». «Debemos acercarnos a los pobres, adquirir su mirada en la vida», aseveró.

NB: Niega que el Espiritu Santo santifique y vivifique en el interior de cada hombre para llevar luz a toda la sociedad. Como no va a ser religión intima la Religión que tantos monjes y ermitaños santificó??!!
Qué enseñanza quiere sacar de jóvenes que no saben ni su catecismo y viven más para el mundo que para Dios? Ese es el criterio de su magisterio?

«El discernimiento deriva del sentido de obligación hacia el imperativo de la conciencia, la obediencia a la voluntad de Dios. La libertad y la verdad, la ley y la responsabilidad, la autoridad y la obediencia solo se integran en el discernimiento», señaló en otro momento del diálogo, en el que hizo hincapié en el «mensaje revolucionario» que Bergoglio trae a la Iglesia. «Necesitamos conocer íntimamente al Señor que se hizo hombre para mí, para que quien lo ama lo siga», prosiguió.
«En el discernimiento –abundó– no estamos divididos entre creyentes y no creyentes, entre hombres morales y no morales, entre quienes promueven el bien de todos o quienes siembran miedo y división».
NB: En este discernimiento no está más la enseñanza objetiva de la Fe y su ley moral, todo es relativo. Podemos describirlo así: SUBJETIVISMO = RELATIVISMO = LIBRE EXÁMEN = PROTESTANTISMO. “Conocer al Señor que se hizo hombre para mi” hace ver claramente que el centro de la fe modernista ya no es Dios, ya el hombre no está hecho para servir a Dios, sino Dios para servir al hombre. Discernimiento en el que no hay distinción de creyente y ateo… por eso no hay ahí lugar para Dios.
Sobre la secularización de la sociedad, el llamado papa negro manifestó que «si lo leemos como un signo de los tiempos, quizás sea un signo de esperanza y no de desesperación». «La sociedad secular es quizás el nuevo espacio para vivir y difundir nuestra fe», concluyó.
La sociedad secular que él pide, ya no es la Ciudad de Dios, sino la ciudad del hombre. Viene bien la Idea clara de San Agustín: La Ciudad de Dios donde el amor de Dios lleva hasta el desprecio del hombre, contra la Ciudad del hombre en donde el amor del hombre lleva hasta el desprecio de Dios.  Dios quiera que los hombre de buena voluntad tengan ojos para ver y oídos para escuchar.

miércoles, 28 de agosto de 2019

CAÍDAS POR RESPETO HUMANO

    Lazos del demonio, caídas por respeto humano. (Sueños de Don Bosco). 
   
   Apenas se había adormecido Don Bosco, cuando un personaje lo obligó a levantarse y seguirlo. Lo llevó a una gran llanura y luego siguieron caminando por un camino ancho y bien pavimentado, que iba bajando suavemente y estaba bordeado de hermosos cercos de flores. Su paso era ligero, y le parecía que más bien volaba. Detrás venían los niños del Oratorio y de pronto se encontró en medio de ellos. Mientras los estaba mirando, vio que algunos de ellos caían al suelo y eran arrastrados hacia una horrible pendiente. Preguntó a su guía: “¿Qué es lo que los hace caer?”. “Han puesto lazos, acércate”. Se acercó Don Bosco y vio que los niños caminaban entre muchos lazos, algunos de los cuales estaban a flor de tierra y otros a la altura de la cabeza de los niños, que no los veían. Muchos niños caminaban confiadamente y quedaban enlazados, cayendo por tierra y luego, levantándose corrían precipitadamente al precipicio. Unos eran enlazados en la cabeza; otros en el cuello; otros en las manos, brazos o piernas, y todos eran arrastrados hacia abajo.   

 "Todos los enlazados, como primer movimiento caían al suelo. El personaje le dijo que aquello representaba el RESPETO HUMANO."
   
    Don Bosco tomó uno de esos lazos, y sintiéndose arrastrado, lo siguió, llegando a la boca de una gran caverna. Allí se detuvo y comenzó a tirar el hilo hacia sí, y después de grandes esfuerzos apareció en la entrada de la caverna un horrible monstruo, que tenía en sus manos una soga, a la cual estaban atados todos los lazos esparcidos por el camino y arrastraba a sí a todos los que caían. Alejándose, dijo: “A éste, se lo vence con la señal de la Cruz y con las jaculatorias”. “Ahora sabes quién es?”, dijo el guía. “Sí, es el demonio, que tiende los lazos para hacer caer en el infierno”. Los observó con atención Don Bosco y vio que cada lazo llevaba su inscripción: soberbia, desobediencia, envidia, impureza, hurto, gula, etc. Observó que los lazos que hacían mayor número de víctimas eran la deshonestidad, la desobediencia y la soberbia. 

  "Los niños que corrían con más velocidad eran los arrastrados por el RESPETO HUMANO." 
  
  Vio también que habían muchos cuchillos que servían para cortar los lazos. El cuchillo que cortaba el lazo de la soberbia era la meditación y había otro menor que significaba la lectura espiritual. Había también dos espadas, que significaban la comunión frecuente y la devoción a María Santísima. Había un martillo que representaba la confesión


   Con estas armas muchos niños rompían los lazos; otros niños caminaban entre los lazos, pero los evitaban con facilidad, significando que ponían en práctica los medios para evitar el pecado. El guía condujo luego a Don Bosco por la cuesta que bajaba más rápidamente, y lo llevó a ver el infierno en donde caían aquellos niños. (Tomo 9, 154).

miércoles, 21 de agosto de 2019

Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. Más aún detrás de un gran Santo.





Ingunda

No se conoce la fecha exacta en la que nació Ingunda, posiblemente a mediados del siglo VI. Fue hija de Sigisberto, quien era el rey de Austrasia (una región que abarca el norte de Francia y parte de Alemania), fue prometida a un príncipe visigodo llamado Hermenegildo, hijo del rey Leovigildo. A pesar de que los visigodos eran arrianos e Ingunda católica se realizó el matrimonio en el año 579, esto se explica porque el móvil principal era la unificación política de los pueblos godos. Al llegar a Toledo, Ingunda pensó que Goswintha, quien era su abuela por la línea materna y la vez era la madrastra de Hermenegildo por su segundo matrimonio con el rey Leovigildo, sería una persona cercana a ella, sin embargo sucedió todo lo contrario.

Goswintha era arriana y al principio trató de convertirla al arrianismo con caricias, al ver que con esa técnica no había resultado, le exigió que abjurara del catolicismo, Ingunda resistió durante mucho tiempo las presiones que le hacia la Goswintha, continuamente padeció humillaciones y violencia física, pero Ingunda se mantenía fiel a su fe. San Gregorio de Tours nos dice que en una ocasión Goswintha la arrojó al suelo y comenzó a patearla hasta que quedó empapada en sangre y a pesar de eso Ingunda continuaba firme y no solo eso, sino que buscaba la conversión de su esposo a la fe católica. Hermenegildo fue testigo del maltrato, no pudo dejar de ver las heridas y marcas que tenía su esposa y que esta callaba heroicamente. Cuando protestó ante su padre por la actitud de su madrastra, Leovigildo buscó solucionar el problema haciendo partir a Hermenegildo con Ingunda a Sevilla para que realizara funciones de gobierno.


En ese lugar Ingunda se esforzó más por conseguir la conversión de su esposo y con la libertad que tenía Hermenegildo, al estar alejado de la corte arriana, aunado al buen ejemplo y amor que veía en su esposa se decidió convertir al catolicismo, el bautizo lo realizó San Leandro, quien era el obispo de Sevilla. Pocos meses después Hermenegildo se rebeló contra su padre Leovigildo y fue apresado y
martirizado en el año 585 cuando se negó a recibir la comunión de los arrianos, Ingunda trató de huir hacia Constantinopla, pero murió en el camino. Con Hermenegildo muerto el sucesor de Leovigildo fue su hermano Recaredo, accedió al trono un año después de la muerte de su hermano al que apreciaba mucho. En el 589 San Leandro presidió el III concilio de Toledo, ahí Recaredo abjuró del arrianismo y abrazó la fe de su hermano mártir y de su cuñada. Así el pueblo de los visigodos se convirtió a la fe católica. Ingunda no tiene el título de santa, pero sus méritos y valor brillan por si solos para imaginarnos lo grata que fue a Dios su vida.

San Hermenegildo Mártir.




  Hermenegildo, príncipe visigodo inmolado por un padre obcecado en la herejía.
   La causa de su muerte fue la constancia con que rechazó la comunión pascual que un obispo arriano quería obligarle a recibir de sus manos. El mártir sabía que la sagrada Eucaristía es señal de la unidad católica y que está prohibido participar de la carne del cordero pascual con aquellos que no pertenecen a la verdadera Iglesia. Una consagración sacrílega puede poner en manos de los herejes los Misterios Eucarísticos, si existe el carácter sacerdotal en quien ha tenido la osadía de traspasar la barrera del altar del Dios de quien blasfema; pero el católico consciente de que no está permitido orar con los herejes, se horroriza al ver el misterio profanado y permanece apartado de él para no ultrajar al Redentor en el misterio mismo que estableció para unirse con sus fieles. La sangre del mártir fue fecunda. España, cautiva por el error, rompió sus cadenas; un Concilio de Toledo consumó la reconciliación a la que había dado principio tan santa víctima. Espectáculo sublime y raro en la historia del mundo el ver a toda una nación abjurar de la herejía; pero esta nación fue bendecida por el cielo. Sometida a la dura prueba de la invasión sarracena triunfó de ella por las armas, y su Fe, después siempre pura, la mereció el más noble de los títulos de un pueblo: el de Católica.




Vida:
Hermenegildo fue hijo de Leovigildo, rey de los visigodos de España, y de Teodosia. Asociado al reino, como su hermano Recaredo, en 573, fijó su residencia en Sevilla. Allí su esposa Ingonda y el Obispo San Leandro le determinaron a abandonar la herejía arriana y a abrazar el catolicismo. Al perseguirle su padre, que permanecía siendo arriano, Hermenegildo llamó en su ayuda a los bizantinos: pero creyó conveniente acceder a una entrevista que le propuso su padre, y éste, habiéndole hecho encarcelar, probó todos los medios de hacerle volver a la herejía. El día de Pascua del año 586 el rey le envió un obispo arriano para que le llevase la comunión. El joven la rechazó: Entonces su padre mandó decapitarle. San Hermenegildo es patrón de la ciudad de Sevilla. Urbano VIII extendió su culto a toda la Iglesia.

Plegaria:
“¡Oh Hermenegildo! Tu valerosa muerte mostró el amor que tenías a Cristo y tu desprecio de los bienes terrenos nos enseña a menospreciarlos. Nacido para el trono, un calabozo te sirve aquí de mansión y de él partes para el cielo, ceñida la frente con la palma del martirio, corona mil veces más preciosa que la que se te ofrecía como precio de una vergonzosa apostasía. Haznos firmes en nuestras creencias, dóciles a las enseñanzas de la Iglesia, enemigos de todo error y de toda novedad. (Dom Prospero Gueranger)
Dios perdone las apostasías modernas y permita que la sangre derramada de sus mártires lleve nuevamente la Fe y la Verdad a las almas.

El ejemplo de San Hermenegildo nos aparte aún de la comunión de los herejes, que llegando a consagrar válidamente la Sagrada Eucaristía, se han apartado de la Verdad Católica. No podemos ofender al Sacramento de la Unidad Católica recibiéndola de manos de un enemigo de la Fe Verdadera.