“Así como la naturaleza humana, dice el Concilio de Trento, no se eleva con facilidad a la meditación de las cosas divinas sin algún auxilio exterior, así también nuestra piadosa Madre la Iglesia, conformándose con la disciplina y la Tradición de los apóstoles, ha establecido ciertos ritos, es a saber, que algunas cosas de la Misa se pronuncien en voz baja, y otras con voz mas elevada. Además de esto ha empleado ciertas ceremonias: bendiciones, luces, incienso, ornamentos sacerdotales y otros medios para realzar la Majestad del divino Sacrificio y para excitar a los fieles, por estos signos exteriores de la religión y de piedad, a levantar su espíritu a la contemplación de los sublimes misterios en ellos escondidos” (De sacrificio Missae, Ses. XXII, Cap. V)
Tratemos pues de penetrar en el sentido sobrenatural de lo que se dice y se hace en el altar durante la celebración de la Santa Misa, por ser ella el centro y alma de toda acción católica, porque la Misa se identifica con el sacrificio del Calvario en el que Cristo padeciendo y muriendo consumó en la Cruz el sacrificio por la redención del género humano. La Pasión y la Muerte del Señor es el centro por lo tanto de toda la economía divina y de la salud humana.
Se nos ha pedido una breve explicación sobre este divino misterio, queremos darla sin dejar de señalar los errores que se han diseminado entre los católicos, que carentes del conocimiento intrínseco de este misterio, con facilidad son llevados con explicaciones espurias y sensibleras a despojarse de sus frutos y riquezas, y peor aún a contribuir a su destrucción, aceptando como católica una parodia de misa al mejor tenor protestante, sin sacrificio, sin sacerdocio, sin presencia divina. De aquí que realcemos su intima conexión con la Tradición y la doctrina transmitida por los apóstoles.

La asistencia a la Santa Misa es la unión a Jesucristo que ofrece a Dios, por el ministerio del sacerdote, su misma Sangre que derramó en la Cruz; es la participación del Sacrificio del Calvario continuado por el mismo Sumo Pontífice (Jesucristo) que se ofrece como la misma y única Víctima cuya oblación solamente es agradable a Dios.
Siendo entonces el Sacrificio de la Misa y el Sacrificio del Gólgota esencialmente “unum atque
El Santo Cura de Ars nos dice, «Todas las buenas obras juntas no son de igual valor que el Sacrificio de la Misa porque ellas son las obras del hombre, y la Santa Misa es la obra de Dios»
De aquí que el enemigo de la Iglesia y de la salvación de las almas busque con tanto afán despojarnos de este Sacrificio benéfico. Escuchemos lo que al respecto dice S. Alfonso María de Ligorio:
“El diablo siempre ha intentado, por medio de los herejes, privar al mundo de la Misa, haciéndoles los precursores del Anticristo quien, antes que nada, intentará abolir y abolirá efectivamente el Santo Sacrificio del Altar, como castigo de los pecados de los hombres, según la predicción de Daniel: `Y se hizo fuerza contra el Sacrificio perpetuo´. Dan. VIII,12”. (Selva).
El odio de los “reformadores” del S. XVI hacia la Misa Tradicional es bien conocido. Lutero negó repetidamente su verdadera naturaleza sacrificial y sobre todo odió el “Canon abominable en el cual la Misa se hace Sacrificio”. De hecho, llegó a decir, “yo afirmo que todos los burdeles, los asesinatos, los robos, los crímenes, los adulterios son menos inicuos que esta abominación de la Misa Papista”. Acerca del Canon o núcleo de la Misa, declaró: “Ese Canon abominable es una confluencia de albañales de aguas fangosas, que ha hecho de la Misa un sacrificio. La Misa no es un sacrificio. No es el acto de un sacerdote que sacrifica. Junto con el Canon, nosotros desechamos todo lo que implica una oblación”.
Ahora bien, pensemos un poco en lo que se realiza en las iglesias de nuestras localidades, ¿Tienen relación inequívoca con el sacrificio de la Cruz? ¿El sacerdote ocupa su lugar exclusivo como oferente del Sacrificio? ¿Al asistir a estas “misas” se conserva la conciencia general de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía? ¿El pueblo se va a su casa con la convicción de que adoró a Dios, lo tuvo frente a sí, le ofreció un sacrificio y lo encerró en su pecho al comulgar?
Alguno que tiene la oportunidad, hoy extraordinaria, de tener la misa tradicional podrá decir que si, pero me refiero a lo establecido como la manera “normal” u ordinaria de celebrar y asistir a la “misa” hoy. El fiel que sabe observar, que no tiene todavía el sentido religioso atrofiado por la prédica constante del modernismo, sabe a todas luces que no es así. Basta ver a los sacerdotes fungiendo una



No exageraban en nada los cardenales Ottaviani y Bacci cuando escribieron a Paulo VI en septiembre de 1967, manifestándole que la “Nueva Misa” representaba, “tanto en su conjunto como en sus detalles, una notable desviación de la teología católica de la Misa, tal como fue formulada en la Sesión XXII del Concilio de Trento”. Hoy vemos sus frutos. Junto con la carta le presentaron el ahora célebre “Breve examén crítico del Novus Ordo Missae”, preparado por un grupo de teólogos, que dicho


Siguiendo con la Carta de los cardenales, el 26 de marzo de 1970 se emitió una Instrucción General revisada para tratar de desviar las críticas, pero no se hizo ningún cambio en absoluto en el texto real del Novus Ordo Missae mismo. La confusión y ambigüedad de doctrina seguía en evidencia. Y hoy llega a puntos absurdos.
Pongamos un ejemplo más, que nos hable de la confusión que reina desde la promulgación del N.O.M. de Paulo VI. Transcribimos párrafos de la nota de presentación del episcopado argentino al intento de unificación del misal N.O.M. en 1989:
“Hasta fecha reciente existían en el área de la lengua castellana, cinco ediciones diferentes del Misal Romano, una de ellas producida en la Argentina. Ante esa realidad las Conferencias Episcopales de lengua castellana se propusieron armonizar un texto único en castellano del Ordinario de la Misa y las plegarias eucarísticas, el que fue preparado por expertos de los distintos países a través de reuniones y consultas. Finalmente la versión unificada de la lengua española fue promulgada por la Congregación para el Culto Divino el 16 de julio de 1987 El Episcopado argentino decidió, en abril de 1989, que el nuevo texto unificado se utilizará a partir del primer domingo de Adviento de ese año, esperando conseguir frutos de mayor participación y orden en las celebraciones. De esta manera nuestro país se adelanta al uso de esta versión española única, que será obligatoria desde 1992 ".
Señalamos las fechas a propósito, haciendo notar la cantidad de años que sin mayor preocupación se sigue en confusión, ¿Es la forma de tratar el Sacrificio del Hijo de Dios? Y agrega la misma nota:
“Próximamente entrará en vigencia en la Argentina el texto unificado en lengua castellana del Ordinario de la Misa, de las Plegarias eucarísticas y de otros textos alternativos. Y antes de comenzar el tiempo de Cuaresma del año 1992, cuando celebremos el V Centenario del descubrimiento y del comienzo de la Evangelización de América, todos los fieles católicos de habla castellana participaremos de la Santa Misa y rezaremos el Padrenuestro no sólo en la misma lengua, sino también con las mismas fórmulas y palabras.(¡¡!!) Es un acontecimiento de significación para la Iglesia en los países hispanoparlantes. En los textos unificados podremos captar mejor la unidad de fe, que se expresa en una misma y única liturgia(¡¡!!) eucarística. Es esta una ocasión propicia para que los sacerdotes, los miembros de los equipos de liturgia, los colaboradores de nuestras celebraciones, y todos los miembros del Pueblo de Dios puedan profundizar en el contenido y en el espíritu del Ordinario de la Misa y en sus Plegarias eucarísticas.”
Se puede uno preguntar ¿Qué había pasado hasta entonces? ¿Alguien comprendía el sentido de la liturgia? ¿Acaso esta unificación tanto en las palabras, el idioma, el sentido y sobre todo la Fe que no cambia, no sabían que ya se había logrado con la liturgia del Misal de San Pio V? Además esto no sucedía solamente con los hispanoparlantes sino con todo catolicopensante que habitaba la tierra. ¡Lo expresan como un logro de una liturgia que no a traído sino confusión, de palabras, sentido y Fe! ¡Que desfachatez!
En fin sabemos por la experiencia actual que la confusión continua, que no existe una liturgia uniforme y comprensible por naturaleza como la liturgia del Misal de San Pio V, la Misa llamada Tridentina.
En razón de la extensión de este trabajo preferimos dejar para más adelante la exposición sobre el lenguaje, la precisión del sentido, la belleza de las formas y su conexión exclusiva con la doctrina católica y cómo es que con la liturgia nueva se deslizó en la Iglesia una doctrina nueva absolutamente contraria a su fin.
Dios les bendiga.
R.P. Hugo Esquives.
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