EL TALMUD AL DESNUDO (2ª Parte)
El TALMUD CONTRA CRISTO
En la primera
parte de este escrito he pretendido demostrar- con los
propios textos talmúdicos- cómo las enseñanzas de Moisés y los Profetas han
sido desplazadas por la autoridad de los rabinos, siguiendo los judíos a éstos
últimos y no al A.T.
A medida que
el cristianismo se expandía, pese a las persecuciones constantes de los
judíos primero y siempre, y luego de los romanos, bárbaros, mahometanos…, el
Talmud iba adquiriendo mayor violencia verbal, llegando a escribirse en él las
mayores blasfemias e infamias contra Cristo, su Madre santísima y los
cristianos.
Con la
invención de la imprenta los judíos comenzaron a distribuir ampliamente el
Talmud. La
primera edición conteniendo todo tipo de injurias contra nuestra sagrada
Religión fue hecha en Venecia (2). A finales del siglo XVI muchos
eruditos se interesaron por estas impresiones auténticas, por lo que, en las
siguientes, se comenzó a expurgar
aquellas partes del Talmud insidiosas contra los cristianos, pues empezaron a
temer los judíos la reacción de éstos.
Contra estas insolencias sacrílegas determinaron los papas y los príncipes
y reyes católicos que los ejemplares de estos libros blasfemos fueran pasto de
las llamas.
La reacción de los judíos consistió en practicar la astucia de Caín. Reunidos
en un sínodo celebrado en Polonia en el año 1631, acordaron suprimir todas
aquellas partes del Talmud que se referían a Jesús, asegurando, no obstante, la
transmisión oral de las mismas injurias y blasfemias a las siguientes
generaciones.
He aquí el contenido de dicho
acuerdo:
“Por tales razones, os ordenamos que de
ahora en adelante, cuando publicareis una nueva edición de estos libros, dejéis
en blanco los pasajes donde se habla de Jesús de Nazareth, haciendo un circulo
como éste: ‘O’; y todo rabino, como cualquier otro maestro, tenga el
cuidado de enseñar tales pasajes a sus fieles sólo
verbalmente. De este modo los hombres de ciencia cristianos no tendrán nada
que reprochamos al respecto, y podremos evitar que nos sobrevengan las más
grandes calamidades y nos será posible vivir en paz”. (1)
A pesar de este malvado sigilo de
susurros en las tinieblas, quiso la Providencia que quedara manifiesta la
iniquidad en parte, al menos, porque esos mismos libros blasfemos, con pocas
mutilaciones, se volvieron a editar en Holanda- país que acogía benévolamente a
los judíos expulsados de España- durante la segunda mitad del siglo XVII. Estas
ediciones son muy similares a la veneciana.
Este súbito cambio táctico iba a hacer casi imposible aportar pruebas
concluyentes sobre las verdaderas enseñanzas de los judíos.
Pero quiso el Señor que el mal no quedara oculto.
En 1892, de la tipografía de la Academia de
Ciencias de San Petersburgo salía la mejor y más cuidadosa antología de máximas
talmúdicas referentes a Cristo y los cristianos. Su autor era el muy
católico Mons. I. B. Pranaitis,- ‘liquidado’ por la Checa durante
la revolución bolchevique en Rusia- titular de la cátedra de hebreo de la
Universidad Imperial y tenía por título: “Christianus in Talmude
Judaeorum, sive Rabbinicae doctrinae de christianis secreta”. (“El
cristiano en el Talmud de los judíos, o los secretos de la enseñanza rabínica
acerca de los cristianos”). El libro, con imprimatur del
Arzobispo metropolitano católico, Mons. Kozlowsky, llevaba el texto
hebreo de las prescripciones rabínicas con su traducción en latín. Pero los
ejemplares, por desgracia, desaparecieron casi completamente debido a los
saqueos y purgas del régimen soviético a los católicos. Sólo algunos pocos se
salvaron. Con uno de éstos publicó una edición litografiada Mario de Bagni, con
la correspondiente traducción italiana. De esa edición aparecida en los
Editores Tunminelli y Cía., Milán, Roma, 1939, se realizó otra en Georgia, USA,
que es la que usamos como fuente principal de estos artículos.
SOBRE LOS NOMBRES DE CRISTO. El nombre verdadero de Cristo en hebreo es Jeschua Hanotsri -Jesús
el Nazareno-. Se lo llama Notsri por la ciudad de Nazaret
en la cual se crío. A los cristianos también se los llama en el Talmud Notsrim -Nazarenos-.
Puesto que la palabra Jeschua significa “Salvador”, el
nombre de Jesús raramente aparece en los libros judíos; casi siempre se lo
abrevia a Jeschu, empleándolo maliciosamente como si fuera
compuesto de las letras iniciales de las tres palabras Immach SCHeino Vezikro -“que su nombre y memoria sean borrados”-.
Es bien
conocida la afición de los judíos a la cábala e igualmente que en las
Escrituras Sagradas se nos advierte de apartarnos de Elohe Nekhar –“dios
o dioses extraños”-; pues bien, mediante la numerología de la Cammatria,
a la que son tan adictos, resulta que las palabras Elohe Nekhar suman
316, que juntas forman la palabra Jeschu .
En la cita
de Prainatis sobre Cf. I. Bustorf en Abreviatura
Jechu, se lee que “Los judíos entre ellos no
dicen Jeschu, sino Isschu, casi tan similar a las palabras de esta
maldición….que no sólo significan esa maldición -“que su nombre y memoria sean borrados”-, sino
también Jeschu Scheker –“mentiroso”- Utoebah-“abominación”-.
Usan también para
evitar nombrar a Cristo, el apelativo“Otho Isch”- “Aquel Hombre”-,
como dando a entender que con ese nombre todos saben de quién se habla. Ejemplo: ”Lleva
el nombre de cristiano el que sigue las falsas enseñanzas de aquel hombre, que
le enseñó a celebrar las fiestas en el primer día del Sábado, o sea, rendir
culto en el primer día después del Sábado” (Tratado de
Aboda Zarah, 6ª). En ocasiones utilizan un apelativo más despreciativo,“Peloni”,-“un
cierto uno”. Ejemplo: “María…la madre de un
cierto uno, de quien se cuenta en Schabbath” Despectivamente
llaman a Jesús “Naggar bar naggar”-“el carpintero hijo del
carpintero”. Otras veces se le evita el nombre, diciendo “Ben
charsch etaim”, “el hijo de un ebanista”. Se lee esto en Aboda
Zarah, 50b. Es bastante frecuente que lo llamen “Talui”-“el
que fue colgado”.
Ejemplo: “El rabino Samuel, el hijo de Meir, en el
Hilch Akum de Maimonides, refiere el hecho de que fue prohibido tomar parte de
las fiestas cristianas de Navidad y Pascua porque se celebraban debido a aquel
que fue colgado. Y el rabino Abn Ezra, en un comentario sobre el Génes
(XXVII,39) también lo llama Talui, cuya imagen el emperador Constantino
reprodujo sobre su estandarte: ”.. en los día de Constantino, que cambió de
religión y colocó la figura del que fue colgado sobre su estandarte” (3).
SOBRE LA VIDA DE CRISTO Y SU STª. MADRE.
El Talmud
enseña que Jesucristo era ilegítimo y fue concebido
durante la menstruación, que tenía el alma de Esaú; que
era un necio, un conjurador, un embaucador; que fue
crucificado, sepultado en el infierno y desde entonces fue
tenido como un ídolo por sus seguidores.
Ejemplo
narrado en el Tratado de Kallah 1b (18b): “Una
vez estando los Ancianos sentados a la entrada, pasaron dos jóvenes, uno de los
cuales tenía cubierta la cabeza y el otro descubierta. El rabino Eliezer hizo
la observación de que el de la cabeza descubierta era ilegítimo, un
mamzer. El rabino Jehoschua dijo que fue concebido durante la menstruación,
ben niddah. No obstante el rabino Akibah, dijo que con él se daban ambas cosas.
Entonces los otros preguntaron al rabino Akibah, cómo se atrevió a contradecir
a sus colegas. Él contestó que podía probar lo que había dicho. Se dirigió, por
tanto, a la madre del joven a quien había visto en el mercado vendiendo
verduras y le dijo: ‘Hija mía, si me contestas con la verdad lo que te voy a
preguntar, te prometo que te salvarás en la otra vida’ .Ella le exigió que le
jurara que guardaría su promesa, y el rabino Akibah así lo hizo, pero solamente
con sus labios, porque en su corazón invalidó el juramento. Entonces él dijo.
‘Dime, ¿qué clase de hijo es el tuyo?’ A lo que ella contestó: ’El día que
contraje matrimonio estaba con la menstruación, y debido a esto mi esposo me
dejó. Pero un espíritu maligno vino y durmió conmigo y de esta
unión me nació mi hijo’. De este modo se probó que este joven no sólo era hijo
ilegítimo sino que fue concebido durante la menstruación de su madre. Y cuando
sus interrogadores escucharon esto manifestaron: ‘¡Grande en verdad fue el
rabino Akibah cuando rectificó a los ancianos!’ Y ellos exclamaron: ¡Bendito
sea el Señor Dios de Israel que reveló este secreto al rabino Akibah el hijo de
José! No cabe ninguna duda de que los rabinos
interpretan este pasaje como referido a Jesús y a su santísima Madre, la Virgen
María, puesto que en otro libro donde se narran blasfemias parecidas
lleva por título Toldath Jeschu-“Las Genealogías de Jesús”.
Igualmente
en Sanhedrin, 67ª, se narra otra historia más blasfema, si
cabe: “…..Esto
es lo que hicieron al hijo de Stada en Lud [hacerle confesar
con un ardid] y lo colgaron en la víspera de la Parasceve. Porque ese hijo de
Stada era el hijo de Pandira. Por cuanto el rabino Chasda nos dice que Pandira
era el marido de Stada, su madre, y vivió durante la época de Paphus el hijo de
Jehuda. Pero su madre era Stada, María de Magdala (una peluquera de señoras),
quien, como se cuenta en Pumbadita, abandonó a su marido”. Aquí se llama a María, la Virgen, ‘Stada’, que significa
en hebreo prostituta, porque de acuerdo a lo que dice el
tratado ‘Pumbadita’ dejó a su marido y cometió adulterio.
Se dice lo mismo tanto en el Talmud de Jerusalén, como en el Maimonides.
No cabe dudar de que se refieren a la Madre de Jesús, pues según una nota
marginal del Tratado de Chagigag, 4b, explica que esta historia de
la peluquera de señoras, se refiere, en realidad, a la madre de Peloni,- ‘ese
hombre’- uno de los nombres más usuales con el que se refieren a Jesús,
como hemos visto más arriba.
Insisten en
sus blasfemias al hablar de los milagros de Jesús; así en el Tratado de
Schbbath, fol. 194b, se lee.“¿Acaso el hijo de Stada
–”Ben Stada: el hijo de la prostituta” – no practicó la
magia egipcia…..? Ellos respondieron: ‘Él era un
necio y nosotros no prestamos atención a lo que hacen los necios. El hijo de
Stada, el hijo de Pandira, etc.” En el Lexicón, Jud.,
in verbo Jeschu, dice Buxtorf: “Existen pocas dudas sobre
la identidad de este Ben Stada. Aunque los rabinos, en los agregados que han
hecho al Talmud, traten de ocultar su malicia y digan que no es Jesucristo, su
engaño salta a la vista, y son muchas cosas las que prueban que ellos
escribieron e interpretaron todo esto sobre Él. En primer lugar [porque] lo
llaman también el hijo de Pandira. En otros pasajes del Talmud lo llaman Jesús
el Nazareno (4), donde se menciona en forma particular a Jesús el hijo de
Pandira”. Hay muchas más pruebas contundentes que demuestran que se refieren
con la expresión Ben Stada a Jesús, que por la índole de este
escrito y por la necesaria brevedad no nos es posible exponer, creyendo que
éstas sean suficientes.
Le acusan de
mago e impuro. En el infame libro Toldoth Jeschu, donde se narra
que Judas era un competidor de Jesús haciendo milagros, se blasfema de forma
grosera contra Jesucristo, diciendo: “Y Jesús dijo: ¿no profetizaron
mis antepasados, Isaías y David sobre mí?……Ahora asciendo a mi Padre y me
sentaré a su diestra y vosotros lo veréis con vuestros propios ojos: Pero tú,
Judas, nunca alcanzarás tal altura. Luego, Jesús, pronunció el grande nombre de
Dios (IHVH) y continuó pronunciándolo hasta que sopló el viento lo
elevó entre la tierra y el cielo. Judas también pronunció el nombre de
Dios y él igualmente fue elevado por el viento. De esta manera flotaron los dos
por los aires ante el asombro de los espectadores. Entonces Judas, pronunciando
nuevamente el Nombre Divino, lo tomó a Jesús y lo empujó hacia la tierra. Pero
Jesús trató de hacer lo mismo a Judas y así lucharon juntos. Y cuando Judas se
dio cuenta de que no podía triunfar sobre las obras de Jesús le orino a
Jesús, y de este modo, estando ambos impuros se
precipitaron a la tierra; y hasta que no se lavasen no podían utilizar el
nombre divino”.
En otro pasaje
del mismo libro le acusan de conjurador, porque habiendo aprendido
las letras tetragrámaton (IHVH) – a pesar de haber puesto los
judíos dos perros guardianes en el santuario con el fin de que, quien las
leyera, asustado por el ladrido de los canes se olvidase de ellas- se hizo
Jesús un corte en el muslo e introdujo el pergamino, donde las había escrito las
letras, en la herida practicada, para que pudiera, más tarde, recordarlas;
cicatrizándose la llaga enseguida.
Los exégetas
saben que ‘salar demasiado la comida’ de uno significa
destruir su paladar, es decir, se dice, bien de quien es de conducta corrupta deshonrándose
a sí mismo o del que cae en idolatría o en herejía o
la predica a los demás. Así pues, leemos en el Tratado del
Sanhedrín(103ª) la exégesis de este verso del Salmo 90,“No
te llegará la calamidad ni se te acercará la desgracia”, de la siguiente forma blasfema: “Que nunca tengas un hijo
o un discípulo que por poner tanta sal a su comida destruya su paladar
públicamente, como Jesús el Nazareno”.
La injuria
contra Jesús, llamándole embaucador y corruptor, es frecuente; ejemplo: “Dijo
Mar: Jesús embaucó, corrompió y destruyó a Israel” (Tratado del
Sanhedrín 107b).
El odio a Dios
es el mayor de los pecados y muchos pasajes en el Talmud son muy transparentes
en expresar ese sentimiento propio de los demonios y condenados. Así en
el Libro de Zohar, III. (282) leemos que Jesús murió y fue
sepultado en aquel “montón de basura, donde arrojan los cuerpos
muertos de los perros y los asnos, y dónde los hijos de Esaú (los cristianos) y
los ismaelitas (los turcos), y también Jesús…incircuncisos e impuros como
perros muertos, están sepultados”. Hay que saber, pues, que los judíos
enseñan lo que sigue: “el que se aparta (a
saber, que no cree ciegamente en las enseñanzas rabínicas), sufrirá las
torturas del condenado, como está decretado en la ley Talmúdica de castigo en
el Tratado de Repudiis, Gitt.c.5 (5) de esta forma: ‘El que desprecia las
palabras de los hombres sabios será arrojado al montón de basura con
los condenados’ ”. Temblor y temor
siento sólo de exponer, aunque sea por noble causa, que ellos
blasfemamente ofenden a Dios cuando narran que nuestro Dios y Señor,
Jesucristo, Vida nuestra y cuyo Nombre sea por siempre bendito, sufrió ese
castigo siendo arrojado a la Gehena.
Tratan a Jesús
de un ídolo en muchos tratados; entre éstos destacan el libro de Maimonides que
lleva el título Hilkoth Malekhim , en IX,4 o el Tratado
de Aboda Zrah, en 21a Toseph.; aquél de estilo apologético y
éste, más práctico, preocupado por Mammon, dice: “Está
permitido hoy en día alquilar una casa a los gentiles porque ellos sólo traen a
su ídolo [el viático] por un tiempo, cuando alguien está enfermo” Y en el mismo pasaje citado, un poco después: “Hoy
han elevado incienso a su ídolo”.
Otras citas señalan a Jesús como hereje y
a sus enseñanzas de falsedad e imposibles de cumplir.
La Cruz es,
ora Tsurat Haattalaui- “imagen e aquel que fue colgado”-,
ora Elil- “vanidad”-, oraPsila- “ídolo
esculpido”-, pero en cualquier lugar que se mencione es con el sentido de
algo despreciable.
Pero sean
suficientes estas citas auténticas, para ultimar con el P. Julio
Mienville que el judío ya no es Isaac, sino Ismael. No Jacob, sino
Esaú. No Abel, sino Caín. Concluyamos, pues, para sellar la boca de los que
tienen ávida la lengua y corto el entendimiento, diciendo por nuestra
parte que, “tanto
la bondad como la malicia son cualidades morales de los actos, ordenados o no
según la Ley de Dios y la recta razón. Si la bondad no procede de la sangre o
ésta no agrega mérito, la maldad tampoco procede de ella sino de las acciones y
la mala voluntad del sujeto; claro está que si alguien reemplaza la Ley
de Dios por las prescripciones del Talmud necesariamente odiará, y mucho, todo
lo que no sea judío”.
En fin, que no se vea pues ningún
antisemitismo en decir la verdad. En el problema judaico, dice el citado
presbítero, no es Sem contra Jafet quien lucha, sino Lucifer contra
Jehová, el viejo Adán contra el nuevo Adán, la Serpiente contra la Virgen, Caín
contra Abel, Ismael contra Isaac, Esaú contra Jacob, el Dragón contra Cristo,
hasta que los judíos se conviertan a Jesús. El verdadero magisterio católico y
la teología ya han hablado: Nada tiene que ver Cristo con Belial; lo contrario
a esto viene de falsos profetas abducidos por el demonio.
¿Qué diremos, pues, cuando los que deben vigilar se han rendido al
espíritu de los tiempos y proclaman con gestos y ‘magisterio’ que judíos y
cristianos creemos en el mismo Dios? ¿No es, acaso, Dios, Jesucristo el Verbo
de Dios Encarnado, en el cual ni creen los judíos y además, Le blasfeman?
Porque si no creen en Cristo y
además le injurian, no pueden creer en el mismo Dios que nosotros; el dios del
Talmud no es el Dios Trino ¿o se ha convertido la Trinidad en un obstáculo que
hay que silenciar o eliminar, para proclamar el dios iluminista, común a todas
religiones: fundamento de la nueva religión universal que liderará el
Anticristo? Es cierto que existe un único y verdadero Dios. El único Dios
verdadero lo es de los astros, de los animales, de las plantas, de las
estrellas.., de todos los hombres de cualquier condición, raza, sexo, creencia;
de todo lo visible e invisible. Sólo en este sentido podemos decir que el único
Dios verdadero lo es de todos; pero
predicarlo en el sentido de que todos creemos en, a y por el
mismo Dios es crasa apostasía. Porque sólo existe una única Revelación
de ese Dios verdadero; es decir, que Él por su misericordia ha querido
revelarnos Su rostro. Si Él no se hubiese revelado, el hombre, sin distinción
de condición, caería en el error inevitablemente bajo las consecuencias del
pecado original. Para evitar el yerro sólo pueden los hombres, caídos en la
ignorancia al perder los dones preternaturales, acoger la única Revelación.
Por lo tanto, la cuestión, de vida
o muerte eternas, es si lo que afirman del Dios único católicos, judíos, (y
musulmanes) coincide con la Revelación, es decir, sobre lo que Él, Dios por su
misma autoridad, nos ha dicho sobre sí mismo. Pues sólo se puede decir
que creemos en, creemos a, creemos por el mismo Dios cuando
creemos en su única Revelación.
Con esta sencilla exposición es más que suficiente para asegurar que los
católicos, judíos (y musulmanes) no creemos en el mismo Dios. La
razón es sencilla: Porque ni judíos (ni musulmanes) creen en la divina
Revelación y por lo tanto, no creen en las mismas cosas que los católicos.
Abundemos un poco más:
Existe una
diferencia infinita entre la realidad divina, alcanzada en sí misma en su
verdadera esencia, tal como la luz de la fe teologal nos la revela, luz y
divina gracia en el alma, y las representaciones humanas de dios fruto de
errados entendimientos, unos más otros menos, que proponen las falsas
religiones. La diferencia es infinita porque estamos hablando de la gracia frente
a la razón natural. Sólo un errado magisterio que hace desaparecer la
frontera entre el orden sobrenatural y natural, entre lo Dios y lo contingente,
entre lo infinito y lo finito, entre Creador y criatura, entre gracia y
naturaleza, puede decir que cristianos judíos (y musulmanes) creemos al,
en y por el mismo Dios.
Eso es simple y llanamente, la predicación de
la salvación universal para todos sin condiciones, que según las palabras del
card. Wojtyla se daría “con independencia del
hecho de que el hombre lo supiera o no lo supiera, lo aceptase o no”; la negación del dogma del pecado original
y de la necesidad del bautismo; en definitiva, el mayor ataque desde
dentro a las raíces del árbol, que es la Iglesia, en 2000 años de
historia.
Pero
si negamos esta diferencia, si solamente atenuamos esta divergencia, entonces
no sólo apostatamos, sino que reducimos a una trivialidad la necesidad de una
Revelación divina. Y peor aún, estaríamos diciendo [con los judíos] que si
la justicia viene por medio de la ley, entonces Cristo, vida nuestra,
murió en vano [Gal 2,21].
No
obstante, pretenden sortear hoy esta enseñanza infalible, no negándola
directamente, sino vaciándola de su verdadero y obvio sentido.
Lo hacen con las argucias que ya denunció el
Papa Pío XII en la Encíclica Humani generis; porque muchos actos y
declaraciones en encuentros interreligiosos, libros y documentos supuestamente
magisteriales, que escandalizarían a cualquier niño del catecismo del P.
Ripalda, son propios de pastores abducidos por las novedades del
pensamiento moderno y “por lo que a la teología
se refiere, es intento de algunos atenuar lo más posible la significación de
los dogmas y librar al dogma mismo de la terminología de tiempo atrás recibida
por la Iglesia, así como de las nociones filosóficas vigentes entre los doctores
católicos,….,. Ellos abrigan la esperanza de que despojado el dogma de los
elementos que dicen ser extraños a la divina revelación podrá fructuosamente
compararse con las ideas dogmáticas de los que están separados de la unidad de
la Iglesia [o practican las falsas religiones: talmúdica,
islámica, etc.] y que por este camino vengan paulatinamente a
equilibrarse el dogma católico y las opiniones de los disidentes [y las
falsas vehementes opiniones de las otras religiones que adoran a los ídolos]…”
(1). Preb. Julio Meinvielle (teológo); El Judío en el
Misterio de la Historia. Ed. Theoría; Bs.As, 1975
(2) Esta edición en 12 volúmenes se encontraba en la
Imperial Biblioteca de viena; de la cual han salido muchas copias
(3) Pranaitis, edic. fuente, pag 32
(4) Ibid. Talmud de Jerusalén, Abboda Zorah, cap. II
;en Schabattab, cap. XIV y en Beth Jacobh 127a
(5) Ibid. Libro Sinag. Judaica, cap. III pg. 75
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