martes, 4 de enero de 2011

Nuevamente al Vómito... del Ecumenismo.

Nuevamente Benedicto XVI, como su predecesor, convoca a abominar del Dios Verdadero equiparándolo a las falsas divinidades, con el pretexto de una falsa paz que no reconoce la Única Verdad de Dios y de su Iglesia.
Dejo la noticia seguida de una pequeña reflexión tomada de entre los escritos de Mons. Morello y el Magisterio Eclesiástico. Cada uno sabrá dimensionar la gravedad de la acción.

Después del Ángelus, Benedicto XVI señaló que en el Mensaje para la Jornada de la Paz había hecho hincapié en que "las grandes religiones pueden constituir un importante factor de unidad y de paz para la familia humana, y he recordado a este propósito, que en este año 2011 se celebrará el 25° aniversario de la Jornada Mundial de Oración por la Paz que el Venerable Juan Pablo II convocó en Asís en 1986. Por eso, el próximo mes de octubre peregrinaré a la ciudad de san Francisco, invitando a unirse a este camino a los hermanos cristianos de las distintas confesiones, a los representantes de las tradiciones religiosas del mundo, y de forma ideal, a todos los hombres de buena voluntad, con el fin de rememorar este gesto histórico querido por mi predecesor y de renovar solemnemente el compromiso de los creyentes de todas las religiones de vivir la propia fe religiosa como servicio a la causa de la paz. Quien está en camino hacia Dios no puede dejar de transmitir paz, quien construye paz no puede dejar de acercarse a Dios. Os invito a acompañar desde ahora con vuestra oración esta iniciativa".

ANG/ VIS 20110103 (480)


"Mi paz os dejo, mi paz os doy... No como el mundo la da" (Jn. 14, 27).
Nunca habrá paz hasta que no regrese el orden. Ese orden supone que los hombres adoren al único Dios verdadero, es la vuelta a Dios que predicaron todos los Santos de la historia y que construyó la civilización cristiana.
La Palabra bendita de Jesucristo es innegable e irrefutable, El es la Verdad y sus palabras lo son; negar sus palabras es mentira, es error, es audacia diabólica y es herejía.


No hay mentira más grave, entonces, que negar o contradecir sus palabras; negarlas es negar a Jesucristo mismo y negar a Dios: "Quien es de Dios escucha sus palabras, por eso no las escucháis, porque no sois de Dios" Jn. 8, 47).

Si negar las palabras de Jesucristo es la más grande herejía y la peor de las mentiras, de todas ellas quizás es la peor la que más daño haga a las almas, dejar en el error, abandonar en la falsedad, equiparar error con verdad.

Eso es el ecumenismo actual, el ecumenismo de la Iglesia oficial, el ecumenismo bendecido y llevado a cabo por Roma, una Roma que no es de Dios porque no escucha sus palabras.

El ecumenismo es una mentira, la peor.

Mentira con permiso eclesiástico.

Es un absurdo y una herejía afirmar que toda religión es un camino de salvación, es herejía y mentira que el Dios de todas las religiones es el mismo Dios que el de los católicos. "Todos los dioses de las gentes son demonios" (Salmo 95, 5).

La Iglesia oficial hace el ecumenismo con protestantes, judíos y musulmanes. Protestantes para los cuales no es cierta aquélla frase de Jesucristo: "Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mt. 16, 18); musulmanes que odian a la Santísima Trinidad negando aquello de San Juan: "Porque son tres los que dan testimonio en el Cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y los Tres son Uno" (1 Jn. 7, 20).

El ecumenismo es la mentira más dañina porque viene de aquellos que deberían ser los más veraces: el clero.

El clero actual de la Iglesia oficial bendice el ecumenismo herético, lo predica y lo practica, lo impone a las almas como una obligación de consciencia = no es posible ser católico si no se es ecumenista.

Los pastores son los lobos y los médicos los asesinos de las almas.

Como dijera San Pablo, hablando de los paganos, eso diría hoy de los eclesiásticos: Cambiando la verdad de Dios por el error, dieron culto y sirvieron a .la creatura más que al Creador" (Rom. 1, 25).

"Santifícalos en la Verdad" Jn. 17, 17).

Esta es nuestra obligación, decir, enseñar, predicar la Verdad, la única que puede salvar a los hombres. Como dice el Pontifical Romano: "Todo lo que no pertenece a la Fe es herético y es cismático". No hacerlo es negar a Jesucristo, es ayudar a que las almas se condenen.

Pidamos a Dios lo que pedía San Pablo: "Dejando la mentira, decid la verdad". "Deponentes mendacium, loquimini veritatem" (Ef. 4, 25).


(Mons. Morello, Mentir con Permiso Eclesiástico)


S.S.León XIII en la Encíclica "Diuturnum illud" del 26 de junio de 1881: "Una sola causa tienen los hombres para no obedecer, y es, cuando se les pide algo que repugne abiertamente al derecho natural o divino... Es tan ilícito el mandarlas como el hacerlas. Si, pues, aconteciere que alguien fuere obligado a elegir una de dos cosas, a saber, o despreciar los mandatos de Dios o los de los príncipes, se debe obedecer a Jesucristo que manda -Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios- y a ejemplo de los Apóstoles responder animosamente: -Conviene obedecer a Dios antes que a los hombres Su autoridad es nula donde no hay justicia" (Encíclica "Diuturnum illud", n, 9).