viernes, 19 de junio de 2009

"Detente" Distintivo de la Contrarevolución



Escudo distintivo de los Contra-revolucionarios

En 1789 estalló en Francia, con trágicas consecuencias par el mundo entero, un flagelo muchísimo más terrible que cualquier epidemia: la calamitosa Revolución Francesa.
En ese período, los verdaderos católicos encontraron amparo en el Sacratísimo Corazón de Jesús, y muchos sacerdotes, nobles y el común de la gente que resistieron a la sanguinaria Revolución anticatólica llevaban el Detente protector.
Entre las pertenencias de la Reina María Antonieta, guillotinada por el odio revolucionario, encontraron un dibujo del Sagrado Corazón, con la llaga, la cruz y la corona de espinas y las palabras: “Sagrado Corazón de Jesús, ¡Ten misericordia de nosotros!”.
Entre los regalos que el Papa Bendicto XIV, en el 1748, envió a la princesa Polaca Mary Lczinska con la ocasión de su matrimonio con el Rey de Francia Luis XV, había, de acuerdo a las memorias de ese tiempo, “muchos escudos del Sagrado Corazón hechos de taffeta roja y bordados en oro.” (De Franciosi, s.j., La dévotion au Sacré-Coeur de Jésus, p. 289).

Heroísmo de los devotos del Sagrado Corazón de Jesús

En el tiempo de la Revolución Francesa se desató una violenta persecución contra la Iglesia y estos escapularios se tuvieron por “la manifestación viva del fanatismo” y como evidencia de hostilidad al régimen revolucionario.
En la región de Mayenne (oeste de Francia), los Chouans –heroicos resistentes católicos, que enfrentaron con bravura y ardor religioso a los revolucionarios franceses de 1789– bordaban en sus trajes y banderas el Detente del Sagrado Corazón de Jesús. Era como un blasón y, al mismo tiempo, una armadura: “blasón” usado para reafirmar su Fe católica; “armadura” para defenderse contra las embestidas adversarias.
También ostentaron el Detente como “armadura espiritual” muchos otros líderes y héroes católicos que murieron o lucharon en defensa de la Santa Iglesia, como los bravos campesinos seguidores del aguerrido tirolés Andreas Hofer (1767-1810), conocido como “el Chouan del Tirol”. Lo hicieron para protegerse en las luchas contra las tropas napoleónicas que invadieron el Tirol.
A comienzos del siglo XX, el Detente fue usado en México por los Cristeros, que se levantaron en armas contra gobiernos anticristianos opresores de la Iglesia, y en España por los famosos tercios carlistas –los llamados requetés– célebres por su piedad como por su arrojo en el campo de batalla, cuya contribución fue decisiva para el triunfo de la insurgencia anticomunista de 1936-39.
Más recientemente, los católicos cubanos que no se dejaron subyugar por el régimen comunista tenían especial devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Prisioneros y llevados al “paredón” (en donde eran sumariamente fusilados), enfrentaron a los verdugos fidelcastristas gritando “¡Viva Cristo Rey!” –siguiendo el ejemplo de sus hermanos en el ideal católico, los Cristeros de México, también martirizados por odio a la Fe, a comienzos del siglo XX.
En la antigua Perla de las Antillas (la actual Isla Prisión) antes de ser esclavizada por la tiranía de Fidel Castro, había muchas estatuas del Sagrado Corazón de Jesús en sus arboladas plazas. Pero después de la dominación comunista, las bellas estatuas del Sagrado Corazón de Jesús fueran derribadas y –asómbrese el lector– substituidas por otras del Che Guevara... La figura del guerrillero que tenía sus manos teñidas de sangre inocente, del revolucionario que hizo correr un río de sangre en varios países latino-americanos, ¡colocada en lugar de la imagen del Sagrado Corazón, que representaba la misericordia divina y el perdón!
El uso del detente se extendió grandemente, especialmente desde el 1866, durante las estragos producidos por la epidemia del cólera de Amiens, Roubaix, Cairo y otras partes. Su influencia beneficiosa se hizo evidente. Después de la guerra Franco-Alemana los “Salvaguardia” probaron ser en mas de una ocasión, un escudo que protegió a muchos soldados franceses de las balas de enemigas. (Cf. Messager du Coeur de Jésus, vol. XIX, p. 180).
El bienaventurado Papa Pío IX y el Detente
En 1870, una dama romana, deseando saber la opinión del Sumo Pontífice Pío IX acerca del Detente del Sagrado Corazón de Jesús, le presentó uno. Conmovido a la vista de esta señal de salvación, el Papa concedió aprobación definitiva a tal devoción y dijo: “Esto, señora, es una inspiración del Cielo. Sí, del Cielo”. Y, después de un breve silencio añadió: “Voy a bendecir este Corazón, y quiero que todos aquellos que fueren hechos según este modelo reciban esta misma bendición, sin que sea necesario que algún otro sacerdote la renueve. Además, quiero que Satanás de modo alguno pueda causar daño a aquellos que lleven consigo el Escudo, símbolo del Corazón adorable de Jesús”.
Para impulsar la piadosa costumbre de llevar consigo el Detente, el bienaventurado Pío IX concedió en 1872, cien días de indulgencia para todos los que, portando esta insignia, rezasen diariamente un Padrenuestro, una Avemaría y un Gloria
Después de ello, el Santo Padre compuso esta bella oración: “¡Abridme vuestro Sagrado Corazón oh Jesús! ...mostradme sus encantos, unidme a Él para siempre. Que todos los movimientos y latidos de mi corazón, incluso durante el sueño, os sean un testimonio de mi amor y os digan sin cesar: Sí, Señor Jesús, yo Os adoro... aceptad el poco bien que practico... hacedme la merced de reparar el mal cometido... para que os alabe en el tiempo y os bendiga durante toda la eternidad. Amen”


Sagrado Corazón de Jesús


Acto de Reparacion al Corazon Sacratisimo de Jesus

¡Dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! vednos postrados ante vuestro altar, para reparar con especiales homenajes de honor la frialdad indigna de los hombres y las injurias que en todas partes hieren vuestro amantísimo Corazón.
Mas. recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad, de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos ante todo obtener para nuestras almas vuestra divina misericordia, dispuestos a reparar con voluntaria expiación no sólo nuestros propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, o no quieren seguiros como Pastor y Guía, o, conculcando las promesas del bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley.
Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas tendidas contra las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las execrables injurias proferidas contra Vos y contra vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro Vicario y al Orden Sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del Amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que ponen obstáculos al magisterio de la Iglesia por Vos fundada.
¡Ojalá que nos fuera dado lavar tantos crímenes, con nuestra propia sangre! Mas, entre tanto, como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la Virgen, nuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción que Vos mismo ofrecisteis un día sobre la Cruz al eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible y con el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza de la fe, la inocencia de la vida, y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en vuestro seguimiento. ¡Oh benignísimo Jesús! por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación, concedednos que seamos fieles a vuestros mandamientos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la perseverancia final, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios por todos los siglos. Amén.

sábado, 13 de junio de 2009

Los Santos irlandeses a traves de los siglos...


El camino que les marco Dios

Tal vez, para comprender en la actualidad la forma de ser de un pueblo, el porqué de su "identidad", hay que remontarse a su contexto histórico, y particularmente la Historia de Irlanda, esta llena de sucesos que forjaron una patria de un temple muy especial.

Escribe G.K.Chesterton:

"A los grandes gaélicos de Irlanda",
"Son los hombres que Dios hizo dementes
"Todas sus guerras son una fiesta
"Y todos sus cantos amargas penas".

Cuando se menciona el nombre de la verde "Erin", el referente más utilizado, tal vez, sea San Patricio. Nacido con el nombre de Patricius, en la Britannia Romana, sin tener una fecha precisa, aunque se estima a finales del siglo IV, en el seno de una familia acomodada. En el año 400 es tomado esclavo por los irlandeses en uno de sus saqueos de las poblaciones romanas de la Gran Bretaña y es llevado a las colinas de Antrim, una zona inhóspita del norte de Irlanda, donde lo ponen a trabajar como pastor. Sufre la soledad, el hambre y el frío y sobrevive gracias a su contextura física fuerte. En lo espiritual, como él mismo recuerda, "solía orar de modo permanente durante el día… y creció la Fe y mi espíritu resucitó hasta que un día me vi rezando hasta cien oraciones… por que entonces el Espíritu ardía en mi".

Es así, como seis años, más tarde, oye una voz misteriosa, que le dice:

"Tus penas han sido recompensadas: volverás a casa". Después de un tiempo, y diversas peripecias, retorna a su hogar en Gran Bretaña, donde es bienvenido por sus padres, que le ruegan no los vuelva a abandonar.

Pero, le es imposible adaptarse. Endurecido física y psicológicamente y retrasado en sus estudios respecto de sus pares, no logra, a pesar de sus esfuerzos, quitar de sus pensamientos a los irlandeses. Y Cristo habla desde el fondo de su alma: "Aquel que dio su vida por Ti, es ahora quien habla desde Ti".

Cuando, ya no soporta más la situación, deja a su familia nuevamente y se dirige al Monasterio ubicado en la Isla de Leirins, en la Galia, donde estudia Teología con el propósito de ordenarse sacerdote.

Finalmente logra este propósito y más tarde, ya obispo, decide regresar a Irlanda, en el año 432 aproximadamente. Quiere devolver el duro trato allí recibido en su juventud, pero del modo que lo hacen los santos: retribuyéndoles con la conversión a la fe cristiana.

Enseñándoles con el "shamrock" (trébol) de tres hojas, a modo de ejemplo, la profundidad del misterio de la Santísima Trinidad, fue el primer hombre de la historia humana que se opuso al esclavitud. El fue quien expulsó a todas las serpientes de Irlanda y convirtió a sus habitantes al catolicismo, antes de su muerte en el año 461, dejando un legado riquísimo espiritualmente y fortalecido de iglesias, monasterios, conventos y escuelas.

Y entre los primeros conversos, se encontraría Santa Brígida, una noble dama, bellísima, que fundó el primer convento de monjas, el Monasterio de Kildare.

Asimismo San Columbano, hijo de la familia real de Donegal, establece el monasterio de Luxeuil, convierte a las tribus germánicas a lo largo del Rin, funda el monasterio de Gallus, este que todavía existe, próspero y a su alrededor fue surgiendo la ciudad de Saint Gall y luego cruzando los Alpes, funda en Bobbio, Italia, "una fuente de ciencia y sabiduría". En uno de sus tres monasterios se dibujaron y miniaron los célebres manuscritos de Kells, todavía existentes hoy en día, de una belleza insuperable.

Los restos de San Patricio, Santa Brígida y San Columbano se veneran en una ciudad del Ulster (o Irlanda del Norte, para los ingleses): DownPatrick, una de las razones por la cual hoy en día los irlandeses, quieren recuperar ese territorio de la usurpación británica.

Luego vendrían otros Santos, no menos fervorosos, como Colm Cille, posteriormente conocido como San Columba, este celebre monje establece el primer monasterio cristiano en la Isla de Iona y comienza una tarea que haría de esa pequeña isla escocesa una fuente de ciencia y el campo santo donde reposarían reyes.

En el año 635, Aidan junto a un grupo de monjes partió de Iona con el fin de convertir a los ingleses, "una raza bárbara, intratable y de dura cerviz", y establece un monasterio en Lindisfarne. Llevó consigo el arte de iluminar los manuscritos. Y tanto el manuscrito mas antiguo de la épica inglesa y otras crónicas anglosajonas, fueron escritas en lo que todavía es el alfabeto irlandés.

En el siglo VI, zarpa desde Irlanda, en un "curragh" (bote de madera y cuero), el monje San Brendan, junto con otros monjes y llega hasta las costas de Terranova y descubre América, esta hazaña fue repetida en el año 1976, por el explorador irlandés Tim Severin, junto a un grupo de personas, para probar la veracidad del hecho.

En Europa, el monje del siglo V, Siadhal (Sedulius), escribió el gran poema épico cristiano intitulado "Carmen Pascale". Fearghal, (San Virgilio), el que convierte a los bávaros y el primer estudioso que enseño que la tierra era redonda.

Fursa establece monasterios en Peronne y San Quintín… San Fridolin llega a ser el primer obispo de Strasbourgh… Clemente y Albino, se convierten en consultores de Carlomagno… Damhnaith (Santa Dympna) tiene su santuario en Gheel, Bélgica… Levin (San Levino) es martirizado en los Países Bajos.

Donatus es hecho Obispo de Fiésole, Italia, solamente "por que había llegado de Irlanda"… Fiachra (San Fiacre) tiene su santuario cerca de Paris y todavía hoy llegan hasta el los jardineros para pedir a su patrón el don de la lluvia… San Killian llega a ser el Santo Patrono de Wurzburg en Alemania.

Se podría seguir escribiendo sobre la cantidad de estos audaces monjes irlandeses que llevaron la luz de Cristo a todos los rincones de Europa, inclusive a los más apartados y no solamente eso, sino, en el área cultural fueron muy prolíficos, gracias a ellos numerosos escritos griegos y romanos, los tenemos hoy en día, gracias a ellos, ya que los protegieron de las hordas bárbaras que asolaron a Europa durante el temprano medioevo.

domingo, 7 de junio de 2009

El Celibato...


El sacerdote Catolico no renuncia a amar. Más bien para poder amar a Dios con toda su vida renuncia a formar una familia.

1) El celibato sacerdotal es una tradición de la Iglesia de origen divino, es decir, inaugurada por Cristo mismo al fundar la Iglesia; la cual, como Cuerpo Místico, sigue esta tradición como consejo evangélico y no como obligación. San Pablo lo reitera diciendo: "El que no pueda aguantar, que se case" o "es preferible casarse que abrasarse" (no hay error de ortografía), luego de recomendar como más perfecto el estado célibe. El fundamento evidente es la vida misma de N. S. Jesucristo, que vivió célibe. ¿Esto es para todos? Ni soñando. Es para aquellos que son llamados por Dios a ese estado, que no son todos. Debe saberse, por fin, que lo que es más perfecto es el estado, no la persona. ¿Es más perfecto el que es célibe que el que se casa? No, el estado es más perfecto; y podría ser que finalmente, él también lo fuese. Pero cada cual puede alcanzar la perfección en el estado que tiene, es decir, santificarse.

2) El celibato no es preceptivo ni obligatorio, como lo prueba la infinidad de casados católicos —casi los únicos que quedan casados hoy día. Ahora que, si uno siente el llamado de Dios al sacerdocio o la vida consagrada, el celibato se convierte en el sello carnal de pertenencia a la Divina Trinidad. No es pues del orden de la naturaleza el estado célibe, como Ud. bien dice y reitera: bien que hizo Dios al hombre como Varón y Mujer, y la bondad de la Creación se ratifica y sana del Pecado original, con la Institución del sacramento del Matrimonio por Cristo, por lo cual, el mismo San Pablo, lo llama "Sacramento grande", lo que no dice de ningún otro. Lo importante es que el celibato es no una condición ni una imposición ni, mucho menos, un desmedro del matrimonio, sino un sello sobrenatural impreso por Dios en la misma carne, con el cual queda señalado singularmente aquél que ha aceptado el llamado de Dios. Luego: el celibato, su fuerza, viene de Dios, no de los hombres.

Piense que, como decían los juristas romanos "nadie da lo que no tiene". Así si el sacerdote da algo, y algo bueno, es porque lo tiene, y lo tiene por que lo recibe de Dios, por que lo que él da, es vida divina. Pero para eso, debe pertenecerle a Dios.

Es impropio desligar el celibato de la vida sacerdotal ordenada, por que esa misma condición sagrada impone de suyo una separación de las cosas del mundo y una configuración más perfecta y acabada a Cristo Sacerdote, Cuyas divinas manos y voz operan por medio del sacerdote ordenado.

3) Lo que se da en "las otras religiones" que los “Ministros de Asambleas” se casen y formen familia, es insubstancial y nada concluye ("de principios distintos, se siguen consecuencias distintas"), porque no son religiones verdaderas y no son Iglesia como tal; de consiguiente, al no tener dones divino para administrar y repartir, no tienen sacerdocio verdadero ordenado o sacramental, sino un ministerio cultural o regimental si prefiere, pero nunca, verdadero sacerdocio santificador, como lo tenemos los católicos, por Gracia de Dios. La Iglesia es Cuerpo Místico de Cristo y por medio del sacerdocio ordenado, se introduce al bautizado en la vida Trinitaria, es decir, en la vida divina, se lo "diviniza", escriben algunos doctores. Eso no pasa en las otras religiones, que son en todo caso desprendimientos heréticos, secos y flacos, del catolicismo (como el Islam y el protestantismo: "catolicismo sin misterios", decía de Joseph de Maistre) o bien, éticas naturalistas sin ambiciones sobrenaturales, como el budismo. En suma: si el sacerdote, en el catolismo, es "otro Cristo" y actúa in persona Christi, se comprende que deba parecérsele todo cuanto le sea posible sin morir. Y a veces cuando hace falta, muriendo nomás: como los mártires, que mueren totalmente; o los célibes, que mueren en parte al mundo para asemejarse a Cristo.

4) No se crea que el celibato es instaurado en el Concilio de Trento. El celibato es regulado en Trento, por que era tradición de la Iglesia desde su mismísima cuna. Les sugiero estudiar un poco el problema y confrontar los antecedentes históricos. De todas maneras, como todos los consejos evangélicos, se han ido imponiendo gradualmente en la Iglesia y la sanción legal ha sido una consecuencia de la tradición, y no a la inversa .... hasta hace poco por lo menos.

5) El sacerdocio femenino es sencillamente imposible. Metafísicamente imposible. La supuesta ordenación de una mujer sería sin ningún efecto, al igual que la de un ángel, por que no existiría "materia apta"; de modo tal que, si por hipótesis se autorizase la ordenación de ángeles o de mujeres (¿qué diferencia hay entre ellos?), no serviría para nada. ¿Por que? Por que Dios mismo eligió y prefirió a los varones para ser sus apóstoles, y no mujeres Se refiere a veces que los protestantes tienen sus "sacerdotisas" y es verdad, pero explíqueme primero cómo se puede seguir llamando "cristiano" un supuesto movimiento religioso que desafía abiertamente las decisiones de su Divino Fundador, reformándolas y poniéndose, en consecuencia, por encima de Él. Ellos, que por mil motivos que no vienen aquí a cuento pierden año tras año prosélitos y adherentes (y a nosotros nos está pasando lo mismo) han preferido dar una respuesta "marketinera" y comercial a esta emergencia, a ver si captan un poco más de clientela. La religión empero, no es cuestión de clientela sino un negocio de salvación eterna.

San Pedro y san Pablo dicen, más o menos, esto: "la mujer está hecha para el varón, el varón para Cristo y Cristo es de Dios". Siguen aquí la doctrina recibida de Cristo mismo y el Génesis, donde se narra que Dios crea la mujer para acompañar al varón, en quien deposita a todo el género humano "in fieri". El hombre es, pues, para Dios, y la mujer para el varón.

—¡No me gusta, es machista ...!

Y bueno, será, pero es así. En realidad, lo de "machista" es una simpleza, una tontería y una vulgaridad, por que los seres humanos no somos "machos" y "hembras" sino varones y mujeres. No vivimos en pareja sino en Santo Matrimonio o bien, amancebados o en concubinato (palabras todas ellas fuertes, empezando por Matrimonio, pero ciertas). Es decir: tenemos vida moral y eso hace que nuestras condiciones y nuestros actos sean totalmente diferentes a los de los animales y merezcan una calificación más dura, cuando son reprochables. Uno no le anda dando discursos a su perro sobre el 6º mandamiento cuando sale de farra con las perritas del barrio; pero a su hijo, si no lo sermonea con rudeza, capaz que se va al infierno por pecar gravemente de omisión.

Luego, resulta que la afirmación del párrafo anterior no es "machista" sino ... jerárquica. La Iglesia es jerárquica. La Creación es más jerárquica todavía, como se sabe y, en parte, queda dicho. Luzbel no quiso servir a un Hijo de Hombre y, por eso, gritó, para toda la eternidad: "¡no serviré!" (¡....para nada!, agregaron los angelitos culiformes desde el techo decorado de una farmacia) y, en cierto modo, reclamaba que la Creación tenía una jerarquía que Dios no estaba respetando. ¡Faltarle así el respeto a él, que era todo un angelote importantísimo, igualito en dignidá a cualquier otro y, mejor todavía que cualquier otro! Y resulta que la Segunda Persona de la Ssma. Trinidad, ante la cual debía doblar su rodilla toda potencia en el Cielo la Tierra y los Avernos ... ¡era un hombre cualquiera, un hombre ... ni siquiera un ángel!

Los ángeles, y no solamente los demonios, tendrían derecho a quejarse ante el Trono del Altísimo por esta violación a su dignidad angelical. Un ser humano puede confeccionar el Santísimo Sacramento, es decir, convertir un pedacito de pan ázimo en Dios Uno y Trino y darlo a comer a sus semejantes, o absolver de las penas eternas o elevar un hombre a la condición de Dios ¡y ellos se tienen que quedar ahí, mirando y adorando! Y todo por que Cristo es hombre.

Y además, era varón. Y lo es por toda la Eternidad. Pero los ángeles no se quejan; y las mujeres santas, como la Mamá de Nuestro Señor, tampoco.

Acá es lo mismo, si me permite la comparación. Y donde hay jerarquía, en teoría, no debería haber envidia ni deseos inmoderados, por que no debería haber supremacía ni servidumbre sino servicio y sacrificio: la jerarquía está puesta por Dios para mi bien, no para mi envidia; y el puesto en la "cadena" lo designa Dios, siendo así el sacerdocio destinado para los que Él elije y llama: "Vosotros no me habéis elegido a mí: yo os he llamado a vosotros" se dice en San Juan 15, 16. Y esto lo afirma Jesús la noche que instituye el sacerdocio ordenado, la santa Misa y el episcopado. La Iglesia, por tanto, puede predicar el Evangelio; no reformarlo.

Esa noche estaban allí los Doce con Él. Ni su Madre, nuestra Mamá del Cielo, estuvo invitada a la Primera Misa, según parece. Tampoco Nuestro Señor la hizo sacerdotisa y en toda la vida pública de Jesús no pronuncia otras palabras que éstas: "haced lo que Él os diga". María Santísima es presentadora de la obra del Redentor, pero no sacerdotisa. No obra por Él sino para Él.

Me parece que vale la pena tener claro el ejemplo.

Siguiendo un texto paulino, le diría que cuando una mujer (o un varón sin vocación real) quiere el sacerdocio ordenado, igualmente quiere una cosa buena, lo cual no es necesariamente un acto moral bueno si se quiere con un fin distinto al que Dios le dió al instituirlo. Y al contrario, al quererse una cosa buena con desorden, se la pervierte y se peca gravemente, porque la gravedad del pecado, está también dada por la jerarquía del bien que se impide o se viola. ¡Jerarquía, jerarquía ...! ¡basta!

Sería un apetito inmoderado querer una cosa buena que no está a nuestro alcance o no nos corresponde o tener o pedir, y en esto, hay siempre falta grave. Como la habría proporcionalmente en la jerarquía eclesiástica si consintiese en darlo, pues de esta forma traicionaría el mandato del Divino Fundador por mera demagogia, además de engañar al pretencioso con una dádiva vana y sin sentido.

6) La sexualidad tiene un fin específico que es la fecundidad, la fecundidad, la perpetuación de la especie, y la perpetuación de la especie, que ya es una cosa buena en sí misma y un señor fin, se remite al cumplimiento del mandato divino "Creced y multiplicáos". Todo muy jerárquico. Cuando hay sexualidad (deberíamos llamarla con su nombre propio: genitalidad) deben estar presentes todos los fines, al menos en la intención inicial, aunque no hace falta que estén permanentemente en la conciencia, por que el hombre es una unidad moral y no se puede fraccionarlo, ni siquiera de la cintura para abajo. La "dimensión" satisfactiva o sedativa del sexo, que no es desdeñable y es un fin lícito, debe darse siempre dentro del Matrimonio, como manda la Iglesia y dispuso Cristo mismo y explicó como pudo San Pablo —que decía sufrir un aguijón en su carne que no sabemos qué era y que le producía padecimientos enormes.

Por lo tanto, la idea degradada de la sexualidad la tienen quienes la desgajan de su fin, altísimo si lo hay en este mundo, de perpetuar la especie y cumplir un mandato divino, para rebajarla a un pasatiempo placentero e irresponsable. No hablo del "amor" por es una palabra demasiado recorrida en los sermones dominicales sin ningún rigor y con un hastío que ya pesa; pero cuando se cumplen los mandamientos se ama a Dios, dice Su Hijo. Un sacerdote, que libremente dió promesa de celibato, y una mujer, que sabe que anda pololeando con un hombre consagrado al Sacerdocio, no tiene auténtico "amor" sino una pasión desordenada, y no deben ser felicitados sino amonestados, a menos que Ud. prefiera que se vayan los dos al infierno por no decirles nada ahora, que todavía están a tiempo. Ahora bien: si no se cree que se irían al Infierno, no hablemos más: no es ser católico ni respetar el sacrificio de la Cruz, ofrecido por Cristo al Padre para el perdón de nuestros pecados y nuestra salvación. Y si se piensa que los pecados no llevan al infierno, entonces s ¡Cristo murió en vano!?

La "sexualidad" es divertidísima cuando se hace sin responsabilidad y conciencia, como todo lo demás; igual que el robo (¡llegaría fácil a fin de mes, a fin de año, a fin ... de cuentas!), ¡el adulterio...! ni hablar. Y una mentirita de vez en cuando, es descontracturante... y me salvaría de cargar con la vergüenza de todo lo demás.

Pero eso no es ser católico ni cumplir siquiera los mandamientos ni menos le ley natural.

Como verá, todo este problema del sacerdocio católico está desordenado, desubicado y enrarecido, cuando se mira con ojos humanos y no sobrenaturales. El sacerdocio no es una congregación de beneficencia o de filantropía masónica, sino un don divino para la santificación y salvación de los hombres. Dios no lo hubiese puesto si no fuese bueno tal como Él lo instituyo. Para entenderlo, hay que verlo como lo mira Dios y no como lo hubiera hecho yo.

Y no somos humildes ni siquiera creyentes, si no lo aceptamos como Él nos lo dió.

Recomendamos leer la Enciclica “Sacra Virginitas” de S.S. Pio XII