lunes, 11 de octubre de 2010

¡Madre de Dios!

La Maternidad Divina
“16.Hoy más que nunca hace falta tener una sola Fe. Pues si en algún tiempo, Venerables hermanos, ahora de una manera especial es necesario, que todos los buenos se estrechen en Jesucristo y su mística esposa la Iglesia mediante una misma y sincera profesión de Fe; ahora cuando tantos hombres en el mundo se esfuerzan por sacudir el suave yugo de Jesucristo, rechazan la luz de su doctrina, pisotean las fuentes de la gracia, y desechan la autoridad de Aquel que ha venido a ser, según palabras del Evangelio, signo de contradicción (Lc. II,34). Siendo este abandono lamentable de Jesucristo origen de todo ese cúmulo de males que cada día se extienden más, pidan todos el oportuno remedio a Aquel que ha sido dado a los hombres sobre la tierra y en quien únicamente podemos ser salvos (Act. IV,13).
Así tan sólo, con el favor del Sagrado Corazón, pueden brillar tiempos mejores para todo el género humano, lo mismo para todos los individuos que para la familia y la sociedad civil, hoy profundamente perturbadas.
17. La Maternidad Divina de María. De este punto de la doctrina católica que hasta ahora hemos estudiado, se deriva necesariamente el dogma de la divina maternidad, que predicamos de la Santísima Virgen María. No –como advierte San Cirilo- que la naturaleza del Verbo o su divinidad haya tomado el principio de su origen de la Virgen, sino en el sentido de que de ella tuvo princípio aquél sagrado cuerpo, que informado por un alma racional y unido hipostáticamente al Verbo de Dios, se dice haber nacido según la carne (Concilio de Éfeso, Cyrilli ad Nestorium).
A la verdad, si el Hijo de la Virgen María, es Dios, indudablemente con todo derecho y justicia se ha de llamar Madre de Dios aquella que lo concibió, y si una sola es la persona de Jesucristo, y ésta divina, es claro que todos los hombres han de llamar a María, no sólo Madre de Jesucristo hombre, sino “Deipara”, o “Theotocos”, esto es Madre de Dios. A aquella, pues, que es recibida por Isabel su prima con el saludo de Madre de mi Señor (Lc. I,43), que según dice San Ignacio Mártir, dió a luz a Dios (Ep. Ad Efes. 7, 18-20); de la cual afirma Tertuliano, nace Dios (De carne Christi 17), y a la que el Eterno enriqueció con la plenitud de la gracia, sublimándola a tan alta dignidad, a ésa hemos de venerarla todos como verdadera MADRE DE DIOS.”
Pio XI, Encíclica Lux Veritatis.

viernes, 8 de octubre de 2010

El Rosario, su riqueza (Octubre mes del Rosario)

Si la costumbre de recitar Padrenuestros y Avemarías remonta a remotísima antigüedad, la oración meditada del Rosario tal como hoy la tenemos, se atribuye a Santo Domingo. Es cierto, al menos, que él y sus hijos trabajaron mucho en propagarle y de él hicieron su arma principal en la lucha contra los herejes Albigenses, que en el siglo XIII infectaban el sur de Francia.
Tiene por fin su práctica hacer revivir en nuestras almas los misterios de nuestra salvación acompañando la meditación de los mismos con la recitación de decenas de Ave Marías, precedidas del Padre nuestro y seguidas del Gloria al Padre. A primera vista, la recitación de tantas Ave Marías puede parecer monótona, pero en realidad, con un poco de atención y costumbre, la meditación siempre nueva y mas honda de los misterios de nuestra salvación da variedad y abundancia. De todos modos se puede decir sin exageración que en el Rosario se encuentra toda la Religión y como un resumen de todo el Cristianismo:
El Rosario es el resumen de la Fe: es decir, de las verdades que tenemos qué creer; el rosario nos las presenta de una forma sensible y viva, y a la exposición de esas verdades junta la oración en que se implora la gracia de comprenderlas mejor para gustarlas más todavía;
El Rosario es el resumen de la Moral: pues toda la Moral se resume en seguir e imitar a Aquél que es “el Camino, la Verdad y la Vida”. Ahora bien, precisamente por la oración del Rosario obtenemos de María la gracia y la fuerza de imitar a su Divino Hijo;
El Rosario es el resumen del Culto: porque uniéndonos a Cristo en los misterios meditados, tributamos al Padre la adoración en espíritu y en verdad que espera de nosotros; y nos unimos a Jesús y a María para pedir con Ellos y por Ellos las gracias de que tenemos necesidad; finalmente,
El Rosario nutre las virtudes teologales y nos ayuda a intensificar nuestra caridad fortaleciendo las virtudes de esperanza y de fe, pues, “por la meditación frecuente de estos misterios, el alma se inflama de amor y de agradecimiento por las pruebas de dilección que Dios nos ha dado; desea con ansia la recompensa celestial que Jesucristo ganó para los que se unan a Él imitando sus ejemplos y participando de sus dolores. Durante este rezo la oración se expresa con palabras que vienen del mismo Dios, del Arcángel Gabriel y de la Iglesia; está lleno de alabanzas y de salubles peticiones; se renueva y se prolonga en un orden determinado y variado a la vez; produce frutos de piedad siempre nuevos y siempre dulces”.(Enc. Octobri mense, 22,IX,1891).
Dom Gueranger, El Año Litúrgico.

jueves, 7 de octubre de 2010

Solemnidad del Santísimo Rosario

La fiesta del Rosario la instituyó San Pio V en recuerdo de la victoria de Lepanto sobre los turcos. Ya se sabe que en el siglo XVI, los discípulos de Mahomet, despues de apoderarse de Constantinopla, de Belgrado y de Rodas, pusieron en peligro serio a toda la cristiandad. El Papa San Pio V, aliado del Rey de España Felipe II y de la República de Venecia, les declaró la guerra. Don Juan de Austria, que llevaba el mando de la flota, recibió órdenes de trabar batalla lo más pronto posible y, por eso, al saber que la flota turca se encontraba en el golfo de Lepanto, fue allí a atacarla. El encuentro ocurrió el 7 de octubre de 1571, junto a las islas de Curfú (Equínadas). En aquel instante, en todo el mundo las cofradías del Rosario oraban con confianza. Los soldados de D. Juan de Austria se pusieron de rodillas para implorar el auxilio del cielo y, aunque eran muchos menos, empezaron el combate. Después de una lucha terrible de cuatro horas, de trescientos barcos enemigos, sólo cuarenta pudieron huir; los demás fueron hundidos y 40,000 turcos encontraron la muerte. Europa se había salvado.
Al mismo tiempo y conforme se iban desarrollando los sucesos, San Pio V tuvo la visión de la Victoria; se arrodilló para dar gracias a Dios y determinó que en lo sucesivo, el 7 de octubre se celebrase una fiesta en honor de Nuestra Señora de la Victoria, cuyo título fue cambiado por Gregorio XIII en este otro de Nuestra Señora del Rosario.

Breve Reseña de la Batalla.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

VISIÓN DE LEÓN XIII - EXORCISMO

"Entre tanto, se trabó una batalla grande en el cielo: Miguel y sus ángeles peleaban contra el dragón, y el dragón con sus ángeles peleaba contra él: pero no prevaleciron, ni hubo en mas lugar para ellos en el cielo.
Así fue abatido aquel dragón descomunal, aquella antigua serpiente, que se llamaba diablo y que anda engañando al orbe universo, y fue lanzado a la tierra y sus ángeles con él" (Apoc. XII,7-9).

El padre Domenico Pechenino escribe: "No recuerdo el año exacto. Una mañana el Sumo Pontífice León XIII había celebrado la santa misa y estaba asistiendo a otra de agradecimiento, como era habitual. De pronto, le vi levantar enérgicamente la cabeza y luego mirar algo por encima del celebrante. Miraba fijamente, sin parpadear, pero con un aire de terror y de maravilla, demudado. Algo extraño, grande, le ocurría.

Finalmente, como volviendo en sí, con un ligero pero enérgico ademán, se levanta. Se le ve encaminarse hacia un despacho privado. Los familiares le siguen con premura y ansiedad. Le dicen en voz baja: "Santo Padre, ¿no se siente bien? ¿Necesita algo?" Responde: "Nada, nada". Luego comentaría: «Vi demonios y oí sus crujidos, sus blasfemias, sus burlas. Oí la espeluznante voz de Satanás desafiando a Dios, diciendo que él podía destruir la Iglesia y llevar a todo el mundo al infierno si se le daba suficiente tiempo y poder. Satanás le pidió permiso a Dios de tener 100 años para influenciar al mundo como nunca antes había podido hacerlo». Pudo ver también a San Miguel Arcángel aparecer y lanzar a Satanás con sus legiones en el abismo del infierno.

Se encierra en su despacho, y al cabo de media hora hace llamar al secretario de la Congregación de Ritos y, dándole un folio, le manda imprimirlo y enviarlo a todos los obispos diocesanos del mundo. ¿Qué contenía? La oración que rezamos al final de la misa junto con el pueblo, con la súplica a María y la encendida invocación al príncipe de las milicias celestiales, implorando a Dios que vuelva a lanzar a Satanás al infierno".

En aquel escrito se ordenaba también rezar esas oraciones de rodillas. Lo antes escrito, que también había sido publicado en el periódico La settimana del clero el 30 de marzo de 1947, no cita las fuentes de las que se tomó la noticia. Pero de ello resulta el modo insólito en que se ordenó rezar esa plegaria, que fue expedida a los obispos diocesanos en 1886. Como confirmación de la que escribió el padre Pechenino tenemos el autorizado testimonio del cardenal Nasalli Rocca que, en su carta pastoral para la cuaresma, publicada en Bolonia en 1946, escribe:

"León XIII escribió él mismo esa oración. La frase [los demonios] "que vagan por el mundo para perdición de las almas" tiene una explicación histórica, que nos fue referida varias veces por su secretario particular, monseñor Rinaldo Angeli. León XIII experimentó verdaderamente la visión de los espíritus infernales que se concentraban sobre la Ciudad Eterna (Roma); de esa experiencia surgió la oración que quiso hacer rezar en toda la Iglesia. El la rezaba con voz vibrante y potente: la oímos muchas veces en la basílica vaticana. No sólo esto, sino que escribió de su puño y letra un exorcismo especial contenido en el Ritual romano (edición de 1954, tít. XII, c. III, pp. 863 y ss.). El recomendaba a los obispos y los sacerdotes que rezaran a menudo ese exorcismo en sus diócesis parroquiales. El, por su parte, lo rezaba con mucha frecuencia a lo largo del día".
(Tomado de Santa Iglesia Militante).

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sed nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y Tú, ¡oh Príncipe de la Milicia Celestial!, arroja al infierno con el divino poder, a satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.


Sancte Michael Archangele, defende nos in praelio. Contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium. Imperet illi Deus, supplices deprecamur. Tuque princeps militiae caelestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo divina virtute in infernum detrude. Amen.

sábado, 31 de julio de 2010

San Ignacio de Loyola, Guia y Maestro del Alma

"¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?".




"Cada uno ponga delante de sí para animarse, no los que son a su parecer para menos, sino los más vehementes y estrenuos. No consintáis que os hagan ventaja los hijos de este mundo en buscar con más solicitud y diligencia las cosas temporales que vosotros las eternas. Avergonzaos que ellos corran con más prontitud a la muerte que vosotros a la vida. Teneos para poco, si un cortesano sirve con más diligencia por haber la gracia de un terreno principe que vosotros por la del celeste; y si un soldado por honra del vencimiento y algún despojo, se apercibe y pelea más animosamente que vosotros.. "(San Ignacio de Loyola a los estudiantes de Coimbra).




"No se ha de juzgar la virtud o el aprovechamiento de uno por el buen natural que tiene, sino por el cuidado y empeño que tiene en vencerse y mortificarse"




"Servir al mundo con descuido y pereza poco importa; mas servir a Dios con negligencia es cosa que no se puede sufrir"

martes, 6 de julio de 2010

Colaboracionismo Contra Cristo

Diplomacia vaticana y episcopado cubano:
¿"mediación" o "salvamento"?

Con su viaje, sus declaraciones y sus silencios, el arzobispo Dominique François Joseph Mamberti cumplió con el misterioso, enigmático y desconcertante ritual colaboracionista de altos personeros vaticanos que han viajado a la isla-cárcel en las últimas décadas
Por Armando F. Valladares, Miami, 22 de junio de 2010.
El secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, arzobispo Dominique François Joseph Mamberti, acaba de efectuar una extensa visita oficial de cinco días a Cuba comunista (del 16 al 20 de junio pp.).
Ya en el primer día de su estadía, en conferencia de prensa junto al canciller cubano, el alto prelado se congratuló por el "diálogo" con el régimen que en estos momentos está "en curso"; manifestó su esperanza de que ese diálogo "se fortalezca" por ocasión de su visita; y concluyó, de manera optimista, que "ya se ven los frutos" positivos. En sus declaraciones, monseñor Mamberti rechazó la inclusión, entre esos "frutos" del diálogo con el régimen comunista, de encuentros con opositores cubanos y de visitas a presos políticos, alegando, a falta de mejor argumento, que cumplía una "visita oficial".
En una palabra, el diplomático vaticano fue todo sonrisas hacia el régimen comunista, mostrando en contrapartida el ceño fruncido hacia los opositores y, en el fondo, hacia el pueblo cubano esclavizado.
Con su mención a los "frutos" que él considera positivos, el alto prelado pareció incluir la "mediación" asumida ante el régimen por el cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, arzobispo de La Habana, que posee un conocido historial colaboracionista. En realidad, hasta el momento esos "frutos" cardenalicios no van más allá del traslado de una decena de presos políticos enfermos, que estaban siendo torturados en prisiones distantes de sus lugares de origen, y que ahora pasarán a ser torturados cerca de sus propios hogares. También se habría obtenido la concesión de licencia extrapenal (que no es el otorgamiento de libertad incondicional) a Ariel Sigler, un opositor que fue un conocido atleta y que ahora quedó en silla de ruedas por causa de las privaciones y torturas. En realidad, con esa medida el régimen evita el riesgo de que ese conocido preso político fallezca en una cárcel y se transforme en un mártir.
Con su viaje, sus declaraciones y sus silencios, el arzobispo Dominique François Joseph Mamberti cumplió con el misterioso, enigmático y desconcertante ritual colaboracionista de altos personeros vaticanos que han viajado a la isla-cárcel en las últimas décadas, desde el tristemente célebre nuncio monseñor Cesare Zacchi, que elogió las supuestas "virtudes cristianas" del dictador Fidel Castro; pasando por su antecesor en el cargo de secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, monseñor Agostino Casaroli, quien en 1974 dijo que los católicos cubanos eran "felices"; hasta el actual cardenal secretario de Estado, monseñor Tarcisio Bertone, un decidido propulsor del "diálogo" con el régimen. A este respecto, me he visto en la dolorosa necesidad de escribir numerosos, documentados y nunca desmentidos artículos.
En realidad, más que una "mediación", lo que se está presenciando es una literal operación de "salvamento" del régimen cubano, en los planos externo e interno, impulsada por el Episcopado de la isla y por la diplomacia vaticana. En el plano externo, dejándose impresionar y paralizar por ese "salvamento" eclesiástico, la Unión Europea acaba de aplazar hasta septiembre un eventual endurecimiento de su posición hacia la dictadura cubana. En el plano interno, el "salvamento" tendría como objetivo desmoralizar a los fieles católicos de la isla y a aquellos opositores cubanos que de una manera heroica se oponen espiritualmente a la colaboración de los Pastores con los Lobos comunistas. En ese sentido, el obispo auxiliar de La Habana, monseñor Juan de Dios Hernández, durante la visita del enviado vaticano, reconoció que en los ambientes católicos cubanos existen "resistencias'' al referido acercamiento eclesiástico con los Lobos, y aprovechó para inocular una dosis de anestesia de las conciencias de los fieles alegando que "hay que tener paciencia".
Con este "salvamento" diplomático, la Santa Sede y el Episcopado cubano no solamente benefician al régimen castrista; contribuyendo a su supervivencia, contribuyen igualmente, por el principio de los vasos comunicantes, para fortalecer a los regímenes venezolano, ecuatoriano, boliviano y nicaragüense, aliados ostensivos de Cuba comunista; y para dar aliento a corrientes radicales revolucionarias que en Brasil y otros países de la región actúan como caballos de Troya. Delante de Dios y de la Historia, la referida responsabilidad eclesiástica no es pequeña, por el hecho de que está en juego la situación de esclavitud de 12 millones de cubanos, que ya se prolonga por más de 50 años; el futuro incierto de varios países de la región; y el propio futuro del continente con mayor número de católicos.
Armando Valladares, escritor, pintor y poeta. Pasó 22 años en las cárceles políticas de Cuba. Fue embajador de los Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU bajo las administraciones Reagan y Bush. Recibio la Medalla Presidencial del Ciudadano y el Superior Award del Departamento de Estado. Recientemente le fue otorgado en Roma el Premio Internacional de Periodismo ISCHIA y, en Tegucigalpa, la Orden José Cecilio del Valle, en el grado de Comendador, la más alta distinción que otorga Honduras a un extranjero.





(Articulo de Armando Valladares. Foto de arriba)















Canciller cubano y delegado del Vaticano M.J. Mamberti

jueves, 10 de junio de 2010

Devoción al Sagrado Corazón de Jesús, firme muralla contra las impías maquinaciones de los enemigos de Dios y de la Iglesia



Según la enseñanza de S.S. Pio XII.
Algunos extractos de la Encíclica Haurietis Aquas:
Dificultades y objeciones
“3. La Iglesia siempre ha tenido y tiene en tan grande estima el culto del Sacratísimo Corazón de Jesús: lo fomenta y propaga entre todos los cristianos, y lo defiende, además, enérgicamente contra las acusaciones del naturalismo y del sentimentalismo; sin embargo, es muy doloroso comprobar cómo, en lo pasado y aun en nuestros días, este nobilísimo culto no es tenido en el debido honor y estimación por algunos cristianos, y a veces ni aun por los que se dicen animados de un sincero celo por la religión católica y por su propia santificación.
«Si tú conocieses el don de Dios» [7]. Con estas palabras, venerables hermanos, Nos, que por divina disposición hemos sido constituidos guardián y dispensador del tesoro de la fe y de la piedad que el Divino Redentor ha confiado a la Iglesia, conscientes del deber de nuestro oficio, amonestamos a todos aquellos de nuestros hijos que, a pesar de que el culto del Sagrado Corazón de Jesús, venciendo la indiferencia y los errores humanos, ha penetrado ya en su Cuerpo Místico, todavía abrigan prejuicios hacia él y aun llegan a reputarlo menos adaptado, por no decir nocivo, a las necesidades espirituales de la Iglesia y de la humanidad en la hora presente, que son las más apremiantes. Pues no faltan quienes, confundiendo o equiparando la índole de este culto con las diversas formas particulares de devoción, que la Iglesia aprueba y favorece sin imponerlas, lo juzgan como algo superfluo que cada uno pueda practicar o no, según le agradare; otros consideran oneroso este culto, y aun de poca o ninguna utilidad, singularmente para los que militan en el Reino de Dios, consagrando todas sus energías espirituales, su actividad y su tiempo a la defensa y propaganda de la verdad católica, a la difusión de la doctrina social católica, y a la multiplicación de aquellas prácticas religiosas y obras que ellos juzgan mucho más necesarias en nuestros días. Y no faltan quienes estiman que este culto, lejos de ser un poderoso medio para renovar y reforzar las costumbres cristianas, tanto en la vida individual como en la familiar, no es sino una devoción, más saturada de sentimientos que constituida por pensamientos y afectos nobles; así la juzgan más propia de la sensibilidad de las mujeres piadosas que de la seriedad de los espíritus cultivados.
Otros, finalmente, al considerar que esta devoción exige, sobre todo, penitencia, expiación y otras virtudes, que más bien juzgan pasivas porque aparentemente no producen frutos externos, no la creen a propósito para reanimar la espiritualidad moderna, a la que corresponde el deber de emprender una acción franca y de gran alcance en pro del triunfo de la fe católica y en valiente defensa de las costumbres cristianas; y ello, dentro de una sociedad plenamente dominada por el indiferentismo religioso que niega toda norma para distinguir lo verdadero de lo falso, y que, además, se halla penetrada, en el pensar y en el obrar, por los principios del materialismo ateo y del laicismo…”
Fundamentación del cultro
“5. Conmovidos, pues, al ver cómo tan gran abundancia de aguas, es decir, de dones celestiales de amor sobrenatural del Sagrado Corazón de nuestro Redentor, se derrama sobre innumerables hijos de la Iglesia católica por obra e inspiración del Espíritu Santo, no podemos menos, venerables hermanos, de exhortaros con ánimo paternal a que, juntamente con Nos, tributéis alabanzas y rendida acción de gracias a Dios, dador de todo bien, exclamando con el Apóstol: «Al que es poderoso para hacer sobre toda medida con incomparable exceso más de lo que pedimos o pensamos, según la potencia que despliega en nosotros su energía, a El la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, en los siglos de los siglos. Amén» [13]. Pero, después de tributar las debidas gracias al Dios eterno, queremos por medio de esta encíclica exhortaros a vosotros y a todos los amadísimos hijos de la Iglesia a una más atenta consideración de los principios doctrinales —contenidos en la Sagrada Escritura, en los Santos Padres y en los teólogos—, sobre los cuales, como sobre sólidos fundamentos, se apoya el culto del Sacratísimo Corazón de Jesús. Porque Nos estamos plenamente persuadido de que sólo cuando a la luz de la divina revelación hayamos penetrado más a fondo en la naturaleza y esencia íntima de este culto, podremos apreciar debidamente su incomparable excelencia y su inexhausta fecundidad en toda clase de gracias celestiales; y de esta manera, luego de meditar y contemplar piadosamente los innumerables bienes que produce, encontraremos muy digno de celebrar el primer centenario de la extensión de la fiesta del Sacratísimo Corazón a la Iglesia universal.
Con el fin, pues, de ofrecer a la mente de los fieles el alimento de saludables reflexiones, con las que más fácilmente puedan comprender la naturaleza de este culto, sacando de él los frutos más abundantes, nos detendremos, ante todo, en las páginas del Antiguo y del Nuevo Testamento que revelan y describen la caridad infinita de Dios hacia el género humano, pues jamás podremos escudriñar suficientemente su sublime grandeza; aludiremos luego a los comentarios de los Padres y Doctores de la Iglesia; finalmente, procuraremos poner en claro la íntima conexión existente entre la forma de devoción que se debe tributar al Corazón del Divino Redentor y el culto que los hombres están obligados a dar al amor que El y las otras Personas de la Santísima Trinidad tienen a todo el género humano. Porque juzgamos que, una vez considerados a la luz de la Sagrada Escritura y de la Tradición los elementos constitutivos de esta devoción tan noble, será más fácil a los cristianos de ver «con gozo las aguas en las fuentes del Salvador» [14]; es decir, podrán apreciar mejor la singular importancia que el culto al Corazón Sacratísimo de Jesús ha adquirido en la liturgia de la Iglesia, en su vida interna y externa, y también en sus obras: así podrá cada uno obtener aquellos frutos espirituales que señalarán una saludable renovación en sus costumbres, según lo desean los Pastores de la grey de Cristo. “
“Sagrado Corazón, símbolo del amor de Cristo
24. Nada, por lo tanto, prohíbe que adoremos el Corazón Sacratísimo de Jesucristo como participación y símbolo natural, el más expresivo, de aquel amor inexhausto que nuestro Divino Redentor siente aun hoy hacia el género humano. Ya no está sometido a las perturbaciones de esta vida mortal; sin embargo, vive y palpita y está unido de modo indisoluble a la Persona del Verbo divino, y, en ella y por ella, a su divina voluntad. Y porque el Corazón de Cristo se desborda en amor divino y humano, y porque está lleno de los tesoros de todas las gracias que nuestro Redentor adquirió por los méritos de su vida, padecimientos y muerte, es, sin duda, la fuente perenne de aquel amor que su Espíritu comunica a todos los miembros de su Cuerpo Místico.
Así, pues, el Corazón de nuestro Salvador en cierto modo refleja la imagen de la divina Persona del Verbo, y es imagen también de sus dos naturalezas, la humana y la divina; y así en él podemos considerar no sólo el símbolo, sino también, en cierto modo, la síntesis de todo el misterio de nuestra Redención. Luego, cuando adoramos el Corazón de Jesucristo, en él y por él adoramos así el amor increado del Verbo divino como su amor humano, con todos sus demás afectos y virtudes, pues por un amor y por el otro nuestro Redentor se movió a inmolarse por nosotros y por toda la Iglesia, su Esposa, según el Apóstol: «Cristo amó a su Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola con el bautismo de agua por la palabra de vida, a fin de hacerla comparecer ante sí llena de gloria, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino siendo santa e inmaculada» [87].
Cristo ha amado a la Iglesia, y la sigue amando intensamente con aquel triple amor de que hemos hablado [88], y ése es el amor que le mueve a hacerse nuestro Abogado para conciliarnos la gracia y la misericordia del Padre, «siempre vivo para interceder por nosotros» [89]. La plegaria que brota de su inagotable amor, dirigida al Padre, no sufre interrupción alguna. Como «en los días de su vida en la carne» [90], también ahora, triunfante ya en el cielo, suplica al Padre con no menor eficacia; y a Aquel que «amó tanto al mundo que dio a su Unigénito Hijo, a fin de que todos cuantos creen en El no perezcan, sino que tengan la vida eterna» [91]. El muestra su Corazón vivo y herido, con un amor más ardiente que cuando, ya exánime, fue herido por la lanza del soldado romano: «Por esto fue herido [tu Corazón], para que por la herida visible viésemos la herida invisible del amor» [92].
Luego no puede haber duda alguna de que ante las súplicas de tan grande Abogado hechas con tan vehemente amor, el Padre celestial, que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros [93], por medio de El hará descender siempre sobre todos los hombres la exuberante abundancia de sus gracias divinas.”…
“36. Finalmente, con el ardiente deseo de poner una firme muralla contra las impías maquinaciones de los enemigos de Dios y de la Iglesia, y también hacer que las familias y las naciones vuelvan a caminar por la senda del amor a Dios y al prójimo, no dudamos en proponer la devoción al Sagrado Corazón de Jesús como escuela eficacísima de caridad divina; caridad divina, en la que se ha de fundar, como en el más sólido fundamento, aquel Reino de Dios que urge establecer en las almas de los individuos, en la sociedad familiar y en las naciones, como sabiamente advirtió nuestro mismo predecesor, de f. m.: «El reino de Jesucristo saca su fuerza y su hermosura de la caridad divina: su fundamento y su excelencia es amar santa y ordenadamente. De donde se sigue necesariamente: cumplir íntegramente los propios deberes, no violar los derechos ajenos, considerar los bienes naturales como inferiores a los sobrenaturales y anteponer el amor de Dios a todas las cosas» [124].
Y para que la devoción al Corazón augustísimo de Jesús produzca más copiosos frutos de bien en la familia cristiana y aun en toda la humanidad, procuren los fieles unir a ella estrechamente la devoción al Inmaculado Corazón de la Madre de Dios. Ha sido voluntad de Dios que, en la obra de la Redención humana, la Santísima Virgen María estuviese inseparablemente unida con Jesucristo; tanto, que nuestra salvación es fruto de la caridad de Jesucristo y de sus padecimientos, a los cuales estaban íntimamente unidos el amor y los dolores de su Madre. Por eso, el pueblo cristiano que por medio de María ha recIbído de Jesucristo la vida divina, después de haber dado al Sagrado Corazón de Jesús el debido culto, rinda también al amantísimo Corazón de su Madre celestial parecidos obsequios de piedad, de amor, de agradecimiento y de reparación. En armonía con este sapientísimo y suavísimo designio de la divina Providencia, Nos mismo, con un acto solemne, dedicamos y consagramos la santa Iglesia y el mundo entero al Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María [125].
37. Cumpliéndose felizmente este año como indicamos antes, el primer siglo de la institución de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús en toda la Iglesia por nuestro predecesor Pío IX, de f. m., es vivo deseo nuestro, venerables hermanos, que el pueblo cristiano celebre en todas partes solemnemente este centenario con actos públicos de adoración, de acción de gracias y de reparación al Corazón divino de Jesús. Con especial fervor se celebrarán, sin duda, estas solemnes manifestaciones de alegría cristiana y de cristiana piedad —en unión de caridad y de oraciones con todos los demás fieles— en aquella nación en la cual, por designio de Dios, nació aquella santa Virgen que fue promotora y heraldo infatigable de esta devoción.
Entre tanto, animados por dulce esperanza, y como gustando ya los frutos espirituales que copiosamente han de redundar —en la Iglesia— de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, con tal de que ésta, como ya hemos explicado, se entienda rectamente y se practique con fervor, suplicamos a Dios quiera hacer que con el poderoso auxilio de su gracia se cumplan estos nuestros vivos deseos: a la vez que expresamos, también la esperanza de que, con la divina gracia, como fruto de las solemnes conmemoraciones de este año, aumente cada vez más la devoción de los fieles al Sagrado Corazón de Jesús, y así se extienda más por todo el mundo su imperio y reino suavísimo: «reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz» [126].
Como prenda de estos dones celestiales, os impartimos de todo corazón la Bendición Apostólica, tanto a vosotros personalmente, venerables hermanos, como al clero y a todos los fieles encomendados a vuestra pastoral solicitud, y especialmente a todos los que se consagran a fomentar y promover la devoción al Sacratísimo Corazón de Jesús.”
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 15 de mayo de 1956, año decimoctavo de nuestro pontificado.
PÍO XII

sábado, 5 de junio de 2010

Mortalium Animos contra la paz que busca el mundo



Hoy declaraciones de este tipo son el pan de cada día. No perdamos el rumbo ni la doctrina. El Magisterio inamovible de los Papas nos sigue iluminando el camino y guiando en la obscuridad.
Quisimos colocar algunos extractos de la apreciada encíclica de su Santidad Pio XI limitándonos a colocar solamente un enlace a nuestra noticia pero al ver que en español es prácticamente imposible encontrarla íntegra, (en las páginas modernistas no se encuentra en nuestro idioma) decidimos colocarla para que se pueda leer completa y considerar su alcance.
El lector podrá analizar cúal de las dos palabras es la católica.


BENEDICTO XVI AUSPICIA COOPERACION ECUMENICA IGLESIAS CRISTIANAS



La Iglesia Ortodoxa de Chipre es miembro del Consejo Mundial de Iglesias desde 1948 y participa activamente en diversos encuentros interconfesionales e interreligiosos en Oriente Medio y Europa. En Chipre se encuentra la sede del Consejo de las Iglesias de Oriente Medio.
A su llegada al arzobispado Benedicto XVI fue recibido por Su Beatitud Crisóstomos II y visitó el monumento al arzobispo Makarios y la catedral. Después pronunció un breve discurso en el que recordó en primer lugar la visita del arzobispo Crisóstomos a Roma en 2007, en el curso de la cual se publicó una Declaración Común que testimoniaba el clima de fraternidad recíproca entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa de Chipre.
Benedicto XVI expresó también su gratitud por la hospitalidad que la Iglesia de Chipre brindó el año pasado a la Comisión Internacional para el Diálogo Teológico, reunida en Paphos y por el apoyo al compromiso del diálogo.

"¡Que el Espíritu Santo -dijo- guíe y confirme esta gran iniciativa eclesial, cuyo objetivo es reconstruir la comunión plena y visible entre las Iglesias de Oriente y Occidente, una comunión que debe ser vivida en la fidelidad al Evangelio y a la tradición apostólica, para apreciar las legítimas tradiciones de Oriente y Occidente, y estar abierta a la diversidad de dones a través de los cuales el Espíritu construye la Iglesia en la unidad, la santidad y la paz!".

Agradeció además la ayuda prestada por la Iglesia de Chipre a las víctimas del terremoto de 2009 en L'Aquila (Italia) y con "espíritu de fraternidad y comunión" se unió a las oraciones del arzobispo Crisóstomos "para que todos los habitantes de Chipre, con la ayuda de Dios, encuentren la sabiduría y la fuerza para trabajar juntos por una solución justa de los problemas que aún están por resolver, comprometiéndose por la paz y la reconciliación y construyendo para las generaciones futuras una sociedad que se distinga por el respeto de los derechos de todos, incluidos los derechos inalienables a la libertad de conciencia y a la libertad de culto".
"Chipre se considera tradicionalmente parte de Tierra Santa, y la situación de conflicto permanente en Oriente Medio debe ser un motivo de reflexión para todos los fieles cristianos", terminó. "Nadie puede permanecer indiferente ante la necesidad de ofrecer apoyo en todas las formas posibles a los cristianos de esa atribulada región, para que sus antiguas iglesias puedan vivir en paz y prosperidad. ¡Que las comunidades cristianas de Chipre encuentren un ámbito fructuoso para la cooperación ecuménica, rezando y trabajando juntos por la paz, la reconciliación y la estabilidad en las tierras bendecidas por la presencia terrenal del Príncipe de la Paz!".

Mortalium Animos

PÍO PP. XI
Acerca de como se ha de fomentar la verdadera unidad religiosa

Venerables hermanos: Salud y bendición apostólica
1. Ansia universal de paz y fraternidad

Nunca quizás como en los actuales tiempos se ha apoderado del corazón de todos los hombres un tan vehemente deseo de fortalecer y aplicar al bien común de la sociedad humana los vínculos de fraternidad que, en virtud de nuestro común origen y naturaleza, nos unen y enlazan a unos con otros.

Porque no gozando todavía las naciones plenamente de los dones de la paz, antes al contrario, estallando en varias partes discordias nuevas y antiguas, en forma de sediciones y luchas civiles y no pudiéndose además dirimir las controversias, harto numerosas, acerca de la tranquilidad y prosperidad de los pueblos sin que intervengan en el esfuerzo y la acción concordes de aquellos que gobiernan los Estados, y dirigen y fomentan sus intereses, fácilmente se echa de ver --mucho más conviniendo todos en la unidad del género humano-, porque son tantos los que anhelan ver a las naciones cada vez más unidas entre sí por esta fraternidad universal.

2. La fraternidad en religión. Congresos ecuménicos.

Cosa muy parecida se esfuerzan algunos por conseguir en lo que toca a la ordenación de la nueva ley promulgada por Jesucristo Nuestro Señor. Convencidos de que son rarísimos los hombres privados de todo sentimiento religioso, parecen haber visto en ello esperanza de que no será difícil que los pueblos, aunque disientan unos de otros en materia de religión, convengan fraternalmente en la profesión de algunas doctrinas que sean como fundamento común de la vida espiritual. Con tal fin suelen estos mismos organizar congresos, reuniones y conferencias, con no escaso número de oyentes e invitar a discutir allí promiscuamente a todos, a infieles de todo género, de cristianos y hasta a aquellos que apostataron miserablemente de Cristo o con obstinada pertinacia niegan la divinidad de su Persona o misión.

3. Los católicos no pueden aprobarlo.

Tales tentativas no pueden, de ninguna manera obtener la aprobación de los católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables, pues, aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos obedientemente su imperio.

Cuantos sustentan esta opinión, no sólo yerran y se engañan, sino también rechazan la verdadera religión, adulterando su concepto esencial, y poco a poco vienen a parar al naturalismo y ateísmo; de donde claramente se sigue que, cuantos se adhieren a tales opiniones y tentativas, se apartan totalmente de la religión revelada por Dios.

4. Otro error - La unión de todos los cristianos. - Argumentos falaces

Pero donde con falaz apariencia de bien se engañan más fácilmente algunos, es cuando se trata de fomentar la unión de todos los cristianos. ¿Acaso no es justo -suele repetirse- y no es hasta conforme con el deber, que cuantos invocan el nombre de Cristo se abstengan de mutuas recriminaciones y se unan por fin un día con vínculos de mutua caridad? ¿Y quién se atreverá a decir que ama a Jesucristo, sino procura con todas sus fuerzas realizar los deseos que El manifestó al rogar a su Padre que sus discípulos fuesen una sola cosa?(1). y el mismo Jesucristo ¿por ventura no quiso que sus discípulos se distinguiesen y diferenciasen de los demás por este rasgo y señal de amor mutuo: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, en que os améis unos a otros?(2). ¡Ojalá -añaden- fuesen una sola cosa todos los cristianos! Mucho más podrían hacer para rechazar la peste de la impiedad, que, deslizándose y extendiéndose cada más, amenaza debilitar el Evangelio.

5. Debajo de esos argumentos se oculta un error gravísimo

Estos y otros argumentos parecidos divulgan y difunden los llamados "pancristianos"; los cuales, lejos de ser pocos en número, han llegado a formar legiones y a agruparse en asociaciones ampliamente extendidas, bajo la dirección, las más de ellas, de hombres católicos, aunque discordes entre sí en materia de fe.

6. La verdadera norma de esta materia.

Exhortándonos, pues, la conciencia de Nuestro deber a no permitir que la grey del Señor sea sorprendida por perniciosas falacias, invocamos vuestro celo, Venerables Hermanos, para evitar mal tan grave; pues confiamos que cada uno de vosotros, por escrito y de palabra, podrá más fácilmente comunicarse con el pueblo y hacerle entender mejor los principios y argumentos que vamos a exponer, y en los cuales hallarán los católicos la norma de lo que deben pensar y practicar en cuanto se refiere al intento de unir de cualquier manera en un solo cuerpo a todos los hombres que se llaman católicos.

7. Sólo una Religión puede ser verdadera: la revelada por Dios.

Dios, Creador de todas las cosas, nos ha creado a los hombres con el fin de que le conozcamos y le sirvamos. Tiene, pues, nuestro Creador perfectísimo derecho a ser servido por nosotros. Pudo ciertamente Dios imponer para el gobierno de los hombres una sola ley, la de la naturaleza, ley esculpida por Dios en el corazón del hombre al crearle: y pudo después regular los progresos de esa misma ley con sólo su providencia ordinaria. Pero en vez de ella prefirió dar El mismo los preceptos que habíamos de obedecer; y en el decurso de los tiempos, esto es desde los orígenes del género humano hasta la venida y predicación de Jesucristo, enseñó por Sí mismo a los hombres los deberes que su naturaleza racional les impone para con su Creador. "Dios, que en otro tiempo habló a nuestros padres en diferentes ocasiones y de muchas maneras, por medio de los Profetas, nos ha hablado últimamente por su Hijo Jesucristo"(3). Por donde claramente se ve que ninguna religión puede ser verdadera fuera de aquella que se funda en la palabra revelada por Dios, revelación que comenzada desde el principio, y continuada durante la Ley Antigua, fue perfeccionada por el mismo Jesucristo con la Ley Nueva. Ahora bien: si Dios ha hablado -y que haya hablado lo comprueba la historia- es evidente que el hombre está obligado a creer absolutamente la revelación de Dios, y a obedecer totalmente sus preceptos. y con el fin de que cumpliésemos bien lo uno y lo otro, para gloria de Dios y salvación nuestra, el Hijo Unigénito de Dios fundó en la tierra su Iglesia.

8. La única Religión revelada es la de la Iglesia Católica.

Así pues, los que se proclaman cristianos es imposible no crean que Cristo fundó una Iglesia, y precisamente una sola. Mas, si se pregunta cuál es esa Iglesia conforme a la voluntad de su Fundador, en esto ya no convienen todos. Muchos de ellos, por ejemplo, niegan que la Iglesia de Cristo haya de ser visible, a lo menos en el sentido de que deba mostrarse como un solo cuerpo de fieles, concordes en una misma doctrina y bajo un solo magisterio y gobierno. Estos tales entienden que la Iglesia visible no es más que la alianza de varias comunidades cristianas, aunque las doctrinas de cada una de ellas sean distintas.

Sociedad perfecta, externa, visible.

Pero es lo cierto que Cristo Nuestro Señor instituyó su Iglesia como sociedad perfecta, externa y visible por su propia naturaleza, a fin de que prosiguiese realizando, de allí en adelante, la obra de la salvación del género humano, bajo la guía de una sola cabeza (4), con magisterio de viva voz (5) y por medio de la administración de los sacramentos (6), fuente de la gracia divina; por eso en sus parábolas afirmó que era semejante a un reino (7), a una casa (8), a un aprisco (9), y a una grey (10). Esta Iglesia, tan maravillosamente fundada, no podía ciertamente cesar ni extinguirse, muertos su Fundador y los Apóstoles que en un principio la propagaron, puesto que a ella se le había confiado el mandato de conducir a la eterna salvación a todos los hombres, sin excepción de lugar ni de tiempo: "Id, pues, e instruid a todas las naciones" (11). y en el cumplimiento continuo de este oficio, ¿acaso faltará a la Iglesia el valor ni la eficacia, hallándose perpetuamente asistida con la presencia del mismo Cristo, que solemnemente le prometió: "He aquí que yo estaré siempre con vosotros, hasta la consumación de los siglos"? (12) Por tanto, la Iglesia de Cristo no sólo ha de existir necesariamente hoy, mañana y siempre, sino también ha de ser exactamente la misma que fue en los tiempos apostólicos, si no queremos decir -y de ello estamos muy lejos- que Cristo Nuestro Señor no ha cumplido su propósito, o se engañó cuando dijo que las puertas del infierno no habían de prevalecer contra ella (13).

9. Un error capital del movimiento ecuménico en la pretendida unión de iglesias cristianas. .

Y aquí se Nos ofrece ocasión de exponer y refutar una falsa opinión de la cual parece depender toda esta cuestión, y en la cual tiene su origen la múltiple acción y confabulación el de los católicos que trabajan, como hemos dicho, por la unión de las iglesias cristianas. Los autores de este proyecto no dejan de repetir casi infinitas veces las palabras de Cristo: "Sean todos una misma cosa. Habrá un solo rebaño y un solo pastor" (14), mas de tal manera :las entienden, que, según ellos, sólo significan un deseo y una aspiración de Jesucristo, deseo que todavía no se ha realizado. Opinan, pues, que la unidad de fe y de gobierno, nota distintiva de la verdadera y única Iglesia de Cristo, no ha existido casi nunca hasta ahora, y ni siquiera hoy existe: podrá, ciertamente, desearse, y tal vez algún día se consiga, mediante la concordante impulsión de las voluntades; pero en entre tanto, habrá que considerarla sólo como un ideal.

"La división" de la Iglesia.

Añaden que la Iglesia, de suyo o por su propia naturaleza, está dividida en partes, esto es, se halla compuesta de varias comunidades distintas, separadas todavía unas de otras, y coincidentes en algunos puntos de doctrina, aunque discrepantes en lo demás, y cada una con los mismos derechos exactamente que las otras; y que la Iglesia sólo fue única y una, a lo sumo desde la edad apostólica hasta tiempos de los primeros Concilios Ecuménicos. Sería necesario pues -dicen-, que, suprimiendo y dejando a un lado las controversias y variaciones rancias de opiniones, que han dividido hasta hoy a la familia cristiana, se formule se proponga con las doctrinas restantes una norma común de fe, con cuya profesión puedan todos no ya reconocerse, sino sentirse hermanos. y cuando las múltiples iglesias o comunidades estén unidas por un pacto universal, entonces será cuando puedan resistir sólida y fructuosamente los avances de la impiedad...

Esto es así tomando las cosas en general, Venerables Hermanos; mas hay quienes afirman y conceden que el llamado Protestantismo ha desechado demasiado desconsideradamente ciertas doctrinas fundamentales de la fe y algunos ritos del culto externo ciertamente agradables y útiles, los que la Iglesia Romana por el contrario aún conserva; añaden sin embargo en el acto, que ella ha obrado mal porque corrompió la religión primitiva por cuanto agregó y propuso como cosa de fe algunas doctrinas no sólo ajenas sino más bien opuestas al Evangelio, entre las cuales se enumera especialmente el Primado de jurisdicción que ella adjudica a Pedro y a sus sucesores en la sede Romana.

En el número de aquellos, aunque no sean muchos, figuran también los que conceden al Romano Pontífice cierto Primado de honor o alguna jurisdicción o potestad de la cual creen, sin embargo, que desciende no del derecho divino sino de cierto consenso de los fieles. Otros en cambio aun avanzan a desear que el mismo Pontífice presida sus asambleas, las que pueden llamarse "multicolores". Por lo demás, aun cuando podrán encontrarse a muchos no católicos que predican a pulmón lleno la unión fraterna en Cristo, sin embargo, hallarás pocos a quienes se ocurre que han de sujetarse y obedecer al Vicario de Jesucristo cuando enseña o manda y gobierna. Entre tanto asevera que están dispuestos a actuar gustosos en unión con la Iglesia Romana, naturalmente en igualdad de condiciones jurídicas, o sea de iguales a igual: mas si pudieran actuar no parece dudoso de que lo harían con la intención de que por un pacto o convenio por establecerse tal vez, no fueran obligados a abandonar sus opiniones que constituyen aun la causa por qué continúan errando y vagando fuera del único redil de Cristo.

10. La Iglesia Católica no puede participar en semejantes uniones.

Siendo todo esto así, claramente se ve que ni la Sede Apostólica puede en manera alguna tener parte en dichos Congresos, ni de ningún modo pueden los católicos favorecer ni cooperar a semejantes intentos; y si lo hiciesen, darían autoridad a una falsa religión cristiana, totalmente ajena a la única y verdadera Iglesia de Cristo.

11. La verdad revelada no admite transacciones.

¿Y habremos Nos de sufrir -cosa que sería por todo extremo injusta- que la verdad revelada por Dios, se rindiese y entrase en transacciones? Porque de lo que ahora se trata es de defender la verdad revelada. Para instruir en la fe evangélica a todas las naciones envió Cristo por el mundo todo a los Apóstoles; y para que éstos no errasen en nada, quiso que el Espíritu Santo les enseñase previamente toda la verdad (15); ¿y acaso esta doctrina de los Apóstoles ha descaecido del todo, o siquiera se ha debilitado alguna vez en la Iglesia, a quien Dios mismo asiste dirigiéndola y custodiándola? Y si nuestro Redentor manifestó expresamente que su Evangelio no sólo era para los tiempos apostólicos, sino también para las edades futuras, ¿habrá podido hacerse tan obscura e incierta la doctrina de la Fe, que sea hoy conveniente tolerar en ella hasta las opiniones contrarias entre sí? Si esto fuese verdad, habría que decir también que el Espíritu Santo infundido en los apóstoles, y la perpetua permanencia del mismo Espíritu en la Iglesia, y hasta la misma predicación de Jesucristo, habría perdido hace muchos siglos toda utilidad y eficacia; afirmación que sería ciertamente blasfema.

12. La Iglesia Católica depositaria infalible de la verdad.

Ahora bien: cuando el Hijo Unigénito de Dios mandó sus legados que enseñasen a todas las naciones, impuso a todos los hombres la obligación de dar fe a cuanto les fuese enseñado por los testigos predestinados por Dios (16); obligación que sancionó de este modo: el que creyere y fuere bautizado, se salvará; mas el que no creyere será condenado (17). Pero ambos preceptos de Cristo, uno de enseñar y otro de creer, que no pueden dejar de cumplirse para alcanzar la salvación eterna, no pueden siquiera entenderse si la Iglesia no propone, íntegra y clara la doctrina evangélica y si al proponerla no está ella exenta de todo peligro de equivocarse, Acerca de lo cual van extraviados también los que creen que sin duda existe en la tierra el depósito de la verdad, pero que para buscarlo hay que emplear tan fatigosos trabajos, tan :continuos estudios y discusiones, que apenas basta la vida de un hombre para hallarlo y disfrutarlo: como si el benignísimo Dios hubiese , hablado por medio de los Profetas y de su Hijo Unigénito para que lo revelado por éstos sólo pudiesen conocerlo unos pocos, y ésos ya ancianos; y como si esa revelación no tuviese por fin enseñar la doctrina moral y dogmática, por la cual se ha de regir el hombre durante el curso de su vida moral,

13. Sin fe, no hay verdadera caridad.

Podrá parecer que dichos "pancristianos", tan atentos a unir las iglesias, persiguen el fin nobilísimo de fomentar la caridad entre todos los cristianos, Pero, ¿cómo es posible que la caridad redunde en daño de la fe? Nadie, ciertamente, ignora que San Juan, el Apóstol mismo de la caridad, el cual en su Evangelio parece descubrirnos los secretos del Corazón Santísimo de Jesús, y que solía inculcar continuamente a sus discípulos el nuevo precepto Amaos unos a los otros, prohibió absolutamente todo trato y comunicación con aquellos que no profesasen, íntegra y pura, la doctrina de Jesucristo: Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina, no le recibáis en casa, y ni siquiera le saludéis (18), Siendo, pues, la fe íntegra y sincera, como fundamento y raíz de la caridad, necesario es que los discípulos de Cristo estén unidos principalmente con el vínculo de la unidad de fe.

14. Unión irrazonable. .

Por tanto, ¿cómo es posible imaginar una confederación cristiana, cada uno de cuyos miembros pueda, hasta en materias de fe, conservar su sentir y juicio propios aunque contradigan al juicio y sentir de los demás? ¿y de qué manera, si se nos quiere decir, podrían formar una sola y misma Asociación de fieles los hombres que defienden doctrinas contrarias, como, por ejemplo, los que afirman y los que niegan que la sagrada Tradición es fuente genuina de la divina Revelación; los que consideran de institución divina la jerarquía eclesiástica, formada de Obispos, presbíteros y servidores del altar, y los que afirman que esa Jerarquía se ha introducido poco a poco por las circunstancias de tiempos y de cosas; los que adoran a Cristo realmente presente en la Sagrada Eucaristía por la maravillosa conversión del pan y del vino, llamada "transubstanciación", y los que afirman que el Cuerpo de Cristo está allí presente sólo por la fe, o por el signo y virtud del Sacramento; los que en la misma Eucaristía reconocen su doble naturaleza de sacramento y sacrificio, y los que sostienen que sólo es un recuerdo o conmemoración de la Cena del Señor; los que estiman buena y útil la suplicante invocación de los Santos que reinan con Cristo, sobre todo de la Virgen María Madre de Dios, y la veneración de sus imágenes, y los que pretenden que tal culto es ilícito por ser contrario al honor del único Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo? (19).

15. Resbaladero hacia el indiferentismo y el modernismo.

Entre tan grande diversidad de opiniones, no sabemos cómo se podrá abrir camino para conseguir la unidad de la Iglesia, unidad que no puede nacer más que de un solo magisterio, de una sola ley de creer y de una sola fe de los cristianos. En cambio, sabemos, ciertamente que de esa diversidad de opiniones es fácil el paso al menosprecio de toda religión, o "indiferentismo", y al llamado "modernismo", con el cual los que están desdichadamente inficionados, sostienen que la verdad dogmática no es absoluta sino relativa, o sea, proporcionada a las diversas necesidades de lugares y tiempos, y a las varias tendencias de los espíritus, no hallándose contenida en una revelación inmutable, sino siendo de suyo acomodable al a vida de los hombres.

Además, en lo que concierne a las cosas que han de creerse, de ningún modo es lícito establecer aquélla diferencia entre las verdades de la fe que llaman fundamentales y no fundamentales, como gustan decir ahora, de las cuales las primeras deberían ser aceptadas por todos, las segundas, por el contrario, podrían dejarse al libre arbitrio de los fieles; pues la virtud de la fe tiene su causa formal en la autoridad de Dios revelador que no admite ninguna distinción de esta suerte. Por eso, todos los que verdaderamente son de Cristo prestarán la misma fe al dogma de la Madre de Dios concebida sin pecado original como, por ejemplo, al misterio de la augusta Trinidad; creerán con la misma firmeza en el Magisterio infalible del Romano Pontífice, en el mismo sentido con que lo definiera el Concilio Ecuménico del Vaticano, como en la Encarnación del Señor .

No porque la Iglesia sancionó con solemne decreto y definió las mismas verdades de un modo distinto en diferentes edades o en edades poco anteriores han de tenerse por no igualmente ciertas ni creerse del mismo modo. ¿No las reveló todas Dios?

Pues, el Magisterio de la Iglesia el cual por designio divino fue constituido en la tierra a fin de que las doctrinas reveladas perdurasen incólumes para siempre y llegasen con mayor facilidad y seguridad al conocimiento de los hombres aun cuando el Romano Pontífice y los Obispos que viven en unión con él, lo ejerzan diariamente, se extiende, sin embargo, al oficio de proceder oportunamente con solemnes ritos y decretos a la definición de alguna verdad, especialmente entonces cuando a los errores e impugnaciones de los herejes deben más eficazmente oponerse o inculcarse en los espíritus de los fieles, más clara y sutilmente explicados, puntos de la sagrada doctrina.

Mas por ese ejercicio extraordinario del Magisterio no se introduce, naturalmente ninguna invención, ni se añade ninguna novedad al acervo de aquellas verdades que en el depósito de la revelación, confiado por Dios a la Iglesia, no estén contenidas, por lo menos implícitamente, sino que se explican aquellos puntos que tal vez para muchos aun parecen permanecer oscuros o se establecen como cosas de fe los que algunos han puesto en tela de juicio.

16. La única manera de unir a todos los cristianos. .

Bien claro se muestra, pues, Venerable Hermanos, por qué esta Sede Apostólica no ha permitido nunca a los suyos que asistan a los citados congresos de acatólicos; porque la unión de los cristianos no se puede fomentar de otro modo que procurando el retorno de los disidentes a la única :y verdadera Iglesia de Cristo, de la cual un día desdichadamente se alejaron; a aquella única y verdadera Iglesia que todos ciertamente conocen y que por la voluntad de su Fundador debe permanecer siempre tal cual El mismo la fundó para la salvación de todos. Nunca, en el transcurso de los siglos, se contaminó esta mística Esposa de Cristo, ni podrá contaminarse jamás, como dijo bien San Cipriano: No puede adulterar la Esposa de Cristo; es incorruptible y fiel. Conoce una sola casa y custodia con casto pudor la santidad de una sola estancia (20). Por eso se maravillaba con razón el santo Mártir de que alguien pudiese creer que esta unidad, fundada en la divina estabilidad y robustecida por medio de celestiales sacramentos, pudiese desgarrarse en la Iglesia, y dividirse por el disentimiento de las voluntades discordes (21). Porque siendo Porque siendo el cuerpo místico de Cristo, esto es, la Iglesia, uno (22), compacto y conexo (23), lo mismo que su cuerpo físico, necedad es decir que el cuerpo místico puede constar de miembros divididos y separados; quien, pues, no está unido con él no es miembro suyo, ni está unido con su cabeza, que es Cristo (24).

17. La obediencia al Romano Pontífice. .

Ahora bien, en esta única Iglesia de Cristo nadie vive y nadie persevera, que no reconozca y acepte con obediencia la suprema autoridad de Pedro y de sus legítimos sucesores. ¿No fue acaso al Obispo de Roma a quien obedecieron, como a sumo Pastor de las almas, los ascendientes de aquellos que hoy yacen anegados en los errores de Focio, y de otros novadores?

Alejaronse ¡ay! los hijos de la casa paterna, que no por eso se arruinó ni pereció, sostenida como está perpetuamente por el auxilio de Dios. Vuelvan, pues, al Padre común, que olvidando las injurias inferidas ya a la Sede Apostólica, los recibirá amantísimamente. Porque, si, como ellos repiten, desean asociarse a Nos y a los Nuestros, ¿Por qué no se apresuran a venir a la Iglesia, madre y maestra de todos los fieles de Cristo (25). Oigan como clamaba en otro tiempo Lactancio: Sólo la Iglesia Católica es la que conserva el culto verdadero, Ella es la fuente de la verdad, la morada de la Fe, el templo de Dios, quienquiera que en él no entre o de él salga, perdido ha la esperanza de vida y de salvaci6n, Menester es que nadie se engañe a sí mismo con pertinaces discusiones, Lo que aquí se ventila es la vida y la salvaci6n,'a la cual si no se atiende con diligente cautela, se perderá y se extinguirá (26).

18. Llamamiento a las sectas disidentes. .

Vuelvan, pues, a la Sede Apostó1ica, asentada en esta ciudad de Roma, que consagraron con su sangre los Príncipes de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, a la Sede raíz y matriz de la Iglesia Católica (27); vuelvan los hijos disidentes, no ya con el deseo y la esperanza de que la Iglesia de Dios vivo, la columna y el sostén de la verdad (28) abdique de la integridad de su fe, y consienta los errores de ellos, sino para someterse al magisterio y al gobierno de ella. Pluguiese al Cielo alcanzásemos felizmente Nos, lo que no alcanzaron tantos predecesores Nuestros; el poder abrazar con paternales entrañas a los hijos que tanto nos duele ver separados de Nos por una funesta división.

Plegaria a Cristo y a Maria. .

Y ojalá Nuestro Divino Salvador, el cual quiere que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad (29), oiga Nuestras ardientes oraciones para que se digne llamar ala unidad de la Iglesia a cuantos están separados de ella.

Con este fin, sin duda importantísimo, invocamos y queremos que se invoque la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Divina Gracia, debeladora de todas las herejías y Auxilio de los cristianos, para que cuanto antes nos alcance la gracia de ver alborear el deseadísimo día en que todos los hombres oigan la voz de su divino Hijo, y conserven la unidad del Espíritu Santo con el vínculo de la paz (30).

19. Conclusión y Bendición Apostólica. .

Bien comprendéis, Venerables Hermanos, cuánto deseamos Nos este retorno, y cuánto anhelamos que así lo sepan todos Nuestros hijos, no solamente los católicos, sino también los disidentes de Nos; los cuales, si imploran humildemente las luces del cielo, reconocerán, sin duda, a la verdadera Iglesia de Cristo, y entrarán, por fin, en su seno, unidos con Nos en perfecta caridad. En espera de tal suceso, y como prenda y auspicio de los divinos favores, y testimonio de Nuestra paternal benevolencia, a vosotros, Venerables Hermanos, y a vuestro Clero y pueblo, os concedemos de todo corazón la Apostólica Bendición.

Dado en San Pedro de Roma, el día 6 de enero, fiesta de la Epifanía de Nuestro Señor Jesucristo, el año 1928, sexto de Nuestro Pontificado.
Pío Papa XI
Nos resta decir: Quien quiera ver que vea.

NOTAS

(1) Juan, 17, 21. volver
(2) Juan, 13, 35 volver
(3) Hebr. 1, 1-2. volver
(4) Mat. 16,15. volver
(5) Marc. 16,15 volver
(6) Juan 3, 5; 6, 48-59; 20, 22. Juan 18, 18. volver
(7) Mat. 13, 24, 31, 33, 44, 47. volver
(8) Ver Mat. 16, 18. volver
(9) Juan 10, 16. volver
(10) Juan 21, 15-17. volver
(11) Mat. 28, 19. volver
(12) Mat. 28, 20. volver
(13) Mat. 16, 18. volver
(14) Juan 17, 21; 19,16. volver
(15) Juan 16, 13. volver
(16) Act. 10, 41. volver
(17) Marc. 16, 16. volver
(18) IIJuan vers. 10. volver
(19) Ver I Tim. 2, 5. volver
(20) S. Cipr. De la Unidad de la Iglesia (Migne P. L. 4, col. 518-519) volver (21) S. Cipr. De la Unidad de la Iglesia (Migne P. L. 4, col 519-B y 520-A. volver
(22) I Cor. 12, 12. volver
(23) Efes. 4, 15 volver
(24) Efes. 5, 30; 1, 22. volver
(25) Conc. Lateran. IV, c. 5 (Denz-Umb. 436) volver
(26) Lactancio Div. Inst. 4, 30. (Corp. Scr. E. Lat., vol. 19, pag. 397, 11-12; Migne P.L. 6, col. 542-B a 543-A). volver
(27) S. Cipr. Carta 38 a Cornelio 3. (Entre las cartas de S. Cornelio Papa III; Migne P.L. 3, col. 733-B). volver
(28) I Tim. 3, 15. volver
(29) I Tim. 2, 4. volver
(30) Efes. 4, 3. volver

UN LLAMAMIENTO DEL CORAZON DE JESUS


Llamado del Sagrado Corazón a la conversión de las almas
“Y desde ahora si quieres vivir feliz en la tierra y asegurar tu
eternidad, haz lo que voy a decirte.
¿Eres pobre? Cumple con sumisión el trabajo a que estás obligado sabiendo que Yo viví treinta años sometido a la misma ley que tú, porque era también pobre, muy pobre.
No veas en tus amos unos tiranos. No alimentes sentimientos
de odio hacia ellos; no les desees mal; haz cuanto puedas para acrecentar sus intereses y sé fiel.
¿Eres rico? ¿Tienes a tu cargo obreros, servidores? No los
explotes. Remunera justamente su trabajo; ámalos, trátalos con dulzura y con bondad. Si tú tienes un alma inmortal, ellos también. No olvides que los bienes que se te han dado no son únicamente para tu bienestar y recreo, sino para que, administrándolos con prudencia, puedas ejercer la caridad con el prójimo.
Cuando ricos y pobres hayáis acatado la ley del trabajo,
reconoced con humildad la existencia de un Ser que está sobre todo lo creado y que es al mismo tiempo vuestro Padre y vuestro Dios.
Como Dios, exige que cumpláis su divina ley.
Como padre os pide que os sometáis a sus mandamientos.
Así, cuando hayáis consagrado toda la semana al trabajo, a los negocios y aun a lícitos recreos, pide que le deis siquiera media hora, para cumplir «su precepto». ¿Es exigir demasiado?
Id, pues, a su casa, a la Iglesia, donde El os espera de día y
de noche: el domingo y los días festivos dadle media hora
asistiendo al misterio de amor y de misericordia, a la Santa Misa.
Allí habladle de todo cuanto os interesa, de vuestros hijos, de
la familia, de los negocios, de vuestros deseos, dificultades y sufrimientos.
¿Si supierais con cuánto amor os escucha!
Me dirás, quizá: —Yo no sé oír Misa, ¡hace tantos años que
no he pisado la iglesia!— No te apures por esto. Ven; pasa esa media hora a mis pies, sencillamente. Deja que tu conciencia te diga lo que debes hacer; no cierres los oídos a su voz. Abre con humildad tu alma a la gracia, ella te hablará y obrará en ti, indicándote cómo debes portarte en cada momento, en cada circunstancia de tu vida; con la familia, en los negocios; de qué modo tienes que educar a tus hijos, amar a tus inferiores, respetar a tus superiores.
Te dirá, tal vez, que es preciso abandones tal empresa, tal negocio, que rompas aquella amistad... Que te alejes con energía de aquella reunión peligrosa... Te indicará que a tal persona, la odias sin motivo, y, en cambio, debe dejar el trato de otra que amas y cuyos consejos no debes seguir.
Comienza a hacerlo así, y verás, cómo, poco a poco, la
cadena de mis gracias se va extendiendo; pues en el bien como en el mal, una vez que se empiezan las obras se suceden unas a otras, como los eslabones de una cadena. Si hoy dejas que la gracia te hable y obre en ti, mañana la oirás mejor; después mejor; después mejor aún, y así de día en día la luz irá creciendo: tendrás paz y te prepararás tu felicidad eterna.”
Sor Josefa Menéndez
Religiosa Coadjutora de la Sociedad del
Sagrado Corazón de Jesús
1890 – 1923

sábado, 8 de mayo de 2010

Cristo de la Hermandad de Córdoba

Para Meditar:
(Hacer clic en el título)

¡Bien por Hugo Wast!


SU NOMBRE Y MEMORIA SIGUEN MOLESTANDO A LOS ENEMIGOS DE CRISTO Y SU SANTA IGLESIA CATÓLICA

Todo un honor.Dime quien te persigue y te diré quién eres.El gran Hugo Wast, maestro de maestros, cabal católico (aunque no todos lleguen a comprender que significa esto hoy) gran escritor, apocaleta, poeta, místico; sigue siendo atacado y perseguido por las huestes infernales de masones, sionistas y comunistas...

Dice La Nación diario:Como broche final a un histórico reclamo, la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional dejó ayer de llamarse Gustavo Martínez Zuviría para nombrarse Ezequiel Martínez Estrada.“El prolífico escritor Martínez Zuviría fue durante un cuarto de siglo director de la Biblioteca Nacional y, durante todo ese período, impartió vehementes opiniones militantes de carácter discriminatorio. Su antisemitismo de combate fue notorio y no se limitó a sus novelas”, explicó el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González.En el acto estuvieron presentes la subsecretaria de Gestión Cultural de la Nación, Marcela Cardillo, y el director nacional de Industrias Culturales, Rodolfo Hamawi; la subdirectora de la biblioteca, Elsa Barber; el director de Cultura, Ezequiel Grimson; el director de la Hemeroteca, José Luis Boquete; el director del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Horacio Verbitsky; el filósofo León Rozitchner; el editor y fundador de Ediciones de la Flor, Daniel Divinsky, la representante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Taty Almeida, y el filósofo y escritor José Pablo Feinmann, entre otros.

Desde ayer la Hemeroteca lleva el nombre de Ezequiel Martínez Estrada. “Escritor universalista de la condición argentina, inventor de formas narrativas y ensayísticas emancipadas, autor de estudios decisivos sobre el Martín Fierro, la pampa y la ciudad, Kafka y Montaigne, y la turbada historia nacional, también partidario de una teoría de la lectura que se entrelaza con las más modernas perspectivas de la crítica literaria actual”, expresó González.“El máximo tótem del antisemitismo argentino, expuesto como señal conmemorativa, ofende finalmente a quienes buscan de todas las formas posibles los nuevos cimientos para reconstruir una democracia avanzada, igualitaria y no discriminativa en la Argentina”, indicó González.El cambio fue celebrado por un centenar de trabajadores de la biblioteca y representantes de la cultura que se acercaron a la inauguración.Verbitsky relató distintos ejemplos de la vida pública e intelectual de Martínez Zuviría que hacían necesario el cambio. “Es una decisión profundamente saludable para la cultura argentina”, enfatizó.“Se saca un nombre que se inscribe en la aniquilación política para suplantarlo por un modelo humano”, reconoció Rozitchner, al tiempo que destacó “la osadía y el valor” de González por llevar adelante un viejo reclamo.La representante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora señaló que el cambio constituía un “acto de memoria, verdad y justicia”, mientras que Hamawi concluyó: “La Biblioteca Nacional se transforma en un ámbito de libertad, creación e integración”.

Hasta aquí la cita de La Nación

Para recordarle mejor damos una pequeña semblanza de este varón de Dios.Escritor fecundo, llegó a ser en su época el más difundido en lengua española, siendo en la actualidad el escritor argentino que más libros vendió en la historia de las letras argentinas, y uno, sino el más prolífico de ellos, traducido a 15 idiomas, este escritor católico, publicó más de sesenta obras con su nombre y su seudónimo de Hugo Wast, también existen artículos periodísticos, discursos y otros escritos aparecidos sin firma.En 1954 solamente en castellano se habían vendido casi 3.000.000 de ejemplares, con casi 500 ediciones, con otra gran cantidad de las mismas y libros vendidos en el exterior.Hombre bondadoso y piadoso, de una profunda formación teológica, un cristiano práctico, de misa diaria y comunión frecuente, sin ostentaciones ni engreimiento, virtudes no comunes en el difícil gremio de los literatos.Su fuerte convicción religiosa y su condición de católico militante, lo convirtieron en un decidido defensor de la fe cada vez que fue menester hacerlo, sobre todo como apologista de la Iglesia.

Hugo Wast fue fiel a sus principios y vivió conforme con ellos.Fue fiel a Dios, a su Patria y a su conciencia, esa armonía estuvo ligada a través de sesenta años de actuación, a una línea de conducta, así como creía, así pensaba y obraba. Vivía como sentía, sentía como escribía y escribía como obraba.Sorteando los halagos del mundo al que conquistó, pero al cual no hizo concesiones. y venciendo los asaltos del espíritu maligno, se dirigió serenamente hacia la cumbre. Su vocación de escritor fue simple y constante como su vida. Con su vocación nació y con ella moriría.En pocos casos se encuentran, como en el suyo, tan identificados al hombre y al escritor. ni la adversidad ni las calumnias lo doblegaron, como el vendaval no derriba el muro de sólidos cimientos.Se ha echado un manto de olvido sobre su obra y su persona, existiendo una consigna del silencio sobre Hugo Wast, por su condición de escritor católico.El 28 de marzo de 1962, en Buenos Aires, a la que llamó turbulenta y alegre, entregó su alma al creador, siendo amortajado su cuerpo con la sotana de la Compañía de Jesús.La muerte no pudo sorprenderlo distraído, porque jamás dejó que los alientos de humanas vanidades sofocaran la antorcha que debía mantener encendida a través de una larga vigilia de siervo fiel.Momentos antes de su muerte había estado bromeando con quienes lo acompañaban, y cuando tal vez oyó más acentuados los sones del clarín, pasó a la oración y se puso a desgranar, con mariana piedad, el último Rosario de su vida. Poco después el abandono de las fuerzas le privó del habla, pero las tuvo todavía para signar con una cruz y un beso la frente de Matilde de Iriondo, la buena madre de sus trece hijos, a la que miró con ternura expresándole su “a Dios”


Breve reseña biográfica del Dr. Gustavo Martinez Zuviría (Hugo Wast).

1883. Gustavo Adolfo Martínez Zuviría ve la luz en la ciudad de Córdoba, Argentina, el 22 de octubre1893. A los diez años escribe su primer cuento: Carlos Cronwell, o sea el Navegante.

1902. Ingresa en la Universidad de Santa Fé y es designado el primer Bibliotecario de la alta casa de estudios, con cincuenta pesos mensuales, publica una obrita de teatro: Mi suegra me quiere mucho. Da a luz un trabajo de polémica, El Naturalismo y Zola, e inicia en los Molinos, Córdoba, su primera novela, Alegre.

1903. Publica dos libros: La Creación ante la seudo-ciencia (ensayo polémico) y Fantasías y Leyendas (cuentos)

1904. Publica el libro de versos Rimas de Amor.

1905. Aparece Alegre, en dos tomos, editado por Fernando Fé, de Madrid.

1906. Comienza a colaborar en el diario La Nación, y en la revista Caras y Caretas.

1907. A los veinticuatro años siendo abogado, se doctora en Ciencias Sociales en la Universidad de Santa Fé y en Legislación y Jurisprudencia en la Universidad de Buenos Aires. Publica su segunda novela Pequeñas grandes almas, editada por Montaner y Simón, de Barcelona. Ese mismo año actúa como Secretario de la Asamblea Constituyente de Santa Fé.

1908. Contrae matrimonio con doña Matilde de Iriondo. Viaja a Europa con su esposa y visita al Papa Pío X, en el Vaticano.

1911. Publica su novela Flor de Durazno, con el seudónimo Hugo Wast.

1912. Publica un ensayo científico: El Enigma de la vida.

1915. Se afilia al Partido Demócrata Progresista, fundado por el Dr.Mariano Demaría, y es candidato a Gobernador de Santa Fé. Dirige el diario Nueva Epoca.

1916. Obtiene por posición la Cátedra de Economía Política en la Universidad Nacional de Santa Fé, Es Elegido Diputado Nacional. Su novela La casa de los cuervos obtiene el primer premio en el concurso de novelas del Ateneo Nacional.

1919. El diario La Nación, de Buenos Aires, publica en folletín su novela Ciudad turbulenta, ciudad alegre.

1923. La Real Academia Española premia con medalla de oro su novela Valle Negro.

1926. El Gobierno Argentino le otorga el gran premio nacional de literatura por su novela Desierto de Piedra.

1927. Viaja a Europa con su esposa y sus 10 hijos, en París le nacerán dos más . Recorre Francia, Alemania, Inglaterra, España, Italia, Bélgica, Holanda y Polonia. Hasta 1931 vive en París con su familia.

1928. La Real Academia Española lo designa miembro correspondiente. Viaja a los Estados Unidos de Norteamérica y firma contratos con varias empresas para la edición de sus novelas en inglés. La Convención Nacional de Escritores de Washington le ofreció un almuerzo al que asistieron 700 personas, dictó una conferencia en la Universidad George Washinton, y es recibido por el Presidente Calvino Coolidge en la Casa Blanca.

1929. Se entrevista en Londres con Roberto Cunninghame-Graham, y escribe en París su novela Lucía Miranda.

1930. En el mes de julio viaja a Polonia, asiste en Varsovia al Congreso de los PEN Clubs, en representación de la filial Argentina.

1931. Regresa a Buenos Aires y se hace cargo de la Biblioteca Nacional. Se incorpora a la Academia Argentina de letras, y es una de sus miembros fundadores.

1933. Es designado presidente de la comisión de prensa del XXXII Congreso Eucarístico Internacional.

1937. Asume la presidencia de la Comisión Nacional de Cultura.

1941. El Presidente de la Nación doctor. Ramón S Castillo, lo nombra Interventor Federal en la provincia de Catamarca.

1943. El Presidente, general Pedro P. Ramírez, lo designa Ministro de Justicia e Instrucción Pública. El 31 de diciembre emite el decreto sobre la enseñanza de la religión católica en las escuelas públicas, como materia ordinaria no obligatoria.

1949. Asume la dirección de la revista Argentina.

1954. Es despojado de su cargo de director y echado de la Biblioteca Nacional, por el presidente Perón.

1957. La Editorial Fax, de Madrid, publica en dos volúmenes sus obras completas. Viaja al Perú.

1958. Celebra sus bodas de oro matrimoniales y las de su primera novela.

1960. Publica la obra histórica Año X. Viaja a por seis meses a España.

1961. Da término a su última novela, de publicación póstuma: Autobiografía del hijito que no nació.

1962. El 28 de marzo, en Buenos Aires, entrega su alma al creador.(Juan Carlos Moreno, Biógrafo y amigo de Hugo Wast)

lunes, 5 de abril de 2010

Lo Natural, lo Digno, lo Degenerado

Se sienten ya las campanadas de la Pascua rompiendo el silencio sepulcral de la Pasión Cristo. La Sangre del Calvario y de la Sagrada Víctima alcanzó, en aquél supremo acto de amor y de dolor, la Redención posible de toda alma. La Redención posible, ese es el terreno en que se pasa toda la vida, en que los hombres le disputan a Dios o nó el señorío sobre sí mismos.
Todo hombre fue creado para el Cielo, teniendo de Dios cuanto le pueda ser necesario para salvarse. En la vida de cada hombre, de las naciones, de las civilizaciones y del mundo queda plasmada la agradecida y serena aceptación de aquella Sangre redentora o su orgulloso rechazo. A eso queda reducida toda la historia humana, a besar las huellas del Cordero de Dios o a escupir su rostro como aquellos que quisieron su muerte.
Estamos en cercanías del Calvario redentor y de la Pascua verdadera. En esas cercanías se enrarece el ambiente de las noticias con casos escandalosos de sacerdotes, en varias partes del mundo, de moral degenerada.
La prensa disfruta del espectáculo de ver por tierra a quienes habrían de vivir y defender la virtud, de quienes personal e institucionalmente deberían atacar siempre los postulados del mundo.
¡Asombrosa es la rareza! Se queja indignado el mundo de que esos sacerdotes hagan los pecados que hace el mundo y que el mundo defiende. El mundo pide las libertades más amplias para las inmoralidades más degradantes que puedan concebirse a la vez que denigra a los sacerdotes inmorales y degradados porque hicieron esas inmoralidades.
Arrinconada por lo penoso y vergonzoso del espectáculo y por la burla social ¿Qué hace la Iglesia Oficial? Le pide perdón al mundo. Perdón al mundo en vez de pedirlo a Dios. Le pide perdón al mundo que propugna, defiende y propaga esos vicios, porque sus sacerdotes hicieron lo que el mundo hace.
¿Qué le ha pasado a ese Clero? Los siglos de la historia han enseñado siempre la misma verdad: Cada vez que disminuyó la marca en el termómetro de la Fe y del fervor religioso, inversamente creció el del paganismo y sus lacras. Esa es la realidad contemporánea.
Pero ¿Y el Clero? ¿No habrá de ser distinto en él? Claro que sí, a no ser que las órdenes fueran otras y sí lo fueron.
Desde Vaticano II (1964) la cantinela es la de la apertura al mundo. Esa es la diferencia. La Santa Iglesia siempre combatió los postulados del mundo y sus malas costumbres, siempre quiso convertirlo pero no en la pista de baile. Desde Vaticano II se implantó la costumbre de mundanizar al Clero para que el mundo no lo rechazara. “-Dejen la sotana y con ella la modestia religiosa; ya no haya distancias en el trato; ablanden las Reglas que les hacían llevar una vida más sufrida como sufrida fue la de Cristo; diarios, televisión, cine e internet porque hay que estar informado (aunque diga la Sagrada Escritura: “No hay nada nuevo bajo el sol”, Ecles. I, 10) y aunque el saber lo malo muchas veces induzca a hacerlo. Decía San Bernardo que saber lo malo no es saber sinó ignorar.
Pusieron al Clero en el pantano y a dar brazadas; ahora huele, apesta y descompone.
Vayamos a los principios.
Todo está encerrado en la aceptación o en la negación del Pecado Original. Si no lo hubo todo es bueno, nada es malo, nada peligroso, no hay pasiones en desorden ni inclinaciones que haya que corregir; si en cambio sí lo hubo razón de más tuvo la Santa Iglesia de formar las virtudes en su Clero y mantenerlas en él con las prácticas y la disciplina de la vida sacerdotal y religiosa.
Aquí llegamos al título de este artículo: Lo Natural, lo Digno, lo Degenerado.
Lo Natural. Ya no hay natural en el hombre como salió de las manos de Dios. El Pecado Original no destruyó nuestra naturaleza como lo quiso Lutero pero sí la hirió, la degradó, le dejó inclinaciones que no son las de Dios (“Siento en mis miembros una ley contraria a la Ley de Cristo”, Rom. VII, 23); la privó de aquellos Dones gratuitos del Paraíso Terrenal (la inmortalidad, la ciencia infusa, el control de las pasiones) y la dejó herida en sus capacidades naturales (la ignorancia en la inteligencia, el desorden en las pasiones, la enfermedad y el cansancio en las fuerzas físicas, la voluntad debilitada para el bien).
Desde el pecado original ser bueno no es imposible pero supone lucha y esfuerzo (“Yo reduzco mi cuerpo a servidumbre”, I Cor. IX, 27; “Si alguien quiere venir en pos de Mi niéguese a si mismo”, S. Mt. XVI, 24). De allí que si la sociedad en la cual se mueve el hombre le ofrece un ambiente insalubre en su moral y lleno de malas ocasiones tanto más difícil será ser bueno aún valiéndose de los medios de la Gracia y del esfuerzo del combate cristiano.
¿Qué sucedería si quitáramos importancia a ese combate y la eficacia a los medios sobrenaturales?
No se vería la inmoralidad como un peligro, ni la ocasión como un riesgo, ni las armas servirían aún en el caso de usarlas.
Esto no es más que una foto del panorama actual de la Iglesia Oficial. Le dijeron al hombre y a su Clero: “- Tus inclinaciones son naturales, el mundo es bueno no le temas ni te apartes, tienes que estar informado, válete de los medios modernos que te ofrecen, tu también eres del mundo, vive como él, la maldad no está en la cosa, ni en la moda, ni en la costumbre sinó en la intención que tu pongas”.
Han hecho con el cristiano y sobremanera con los sacerdotes y los religiosos, y esto durante los últimos cincuenta años, lo mismo que han hecho en ciertas democracias contemporáneas que parecen hacer todo lo posible para sucumbir: La destrucción y reducción sistemática de sus ejércitos. ¿Por qué decimos esto? ¿Por afán militarista? No señor, por sentido común. Todo cuerpo tiene anticuerpos que le defienden de los agentes patógenos y enfermantes que pueden atacarle. No atacar es ser pacífico, pero no defenderse o no estar preparado para hacerlo es suma imprudencia. No se trata de defenderse de la maldad del vecino, quien puede ser bueno, sinó de aquél que eventualmente puede ser malo como toda la historia de los hombres lo enseña. Los países menos beligerantes de la tierra, como Suiza, tienen ejércitos eficaces, suficientes y bien pertrechados. ¿Qué buscamos decir? Buscamos poner un ejemplo entendible que podamos aplicar a nuestro tema. Vayamos a él.
¿Qué cualidades debe reunir un buen soldado?: Instrucción (en su inteligencia para saber su oficio); Ejercicio (saber ejecutar eficazmente lo aprendido); Vigilancia (de nada serviría lo anterior si el ataque le sorprendiera sin estar en guardia “cuando el hombre fuerte armado cuida su casa entonces están en paz las cosas que posee, si alguien más fuerte llegare y le venciere y le quitare las armas en las cuales confiaba entonces repartiría sus despojos”, S. Lc. XI, 21.22); Carácter (las virtudes que lo hacen recio y que rigen el uso de las armas).
Las mismas cualidades valen para el varón cristiano y sobretodo para el Clero, nó por nada dijo el Patriarca Job “la vida del hombre sobre la tierra es milicia”, Job VII, 1: Instrucción en la Fe y Doctrina verdaderas que por oficio debe saber y enseñar (“Id y enseñad a todas las gentes”, S. Mt. XXVIII, 19); Ejercicio de las Virtudes que hacen y mantienen cristiano al hombre no permitiéndose nada que pudiera apartarlo de Dios (“no queráis amar al mundo ni nada de lo que hay en él” I S. Juan II, 15; Vigilancia, estar en guardia contra el error y las ocasiones malas “vigilad no entréis en tentación…porque la carne es flaca” S. Mc. XIV, 38); considerar que entre los hombres los hay buenos, frágiles y malos. No hay nada cristiano en las costumbres que enseña el cine y la televisión, nada modesto en las modas que inundan las ciudades, los solteros se portan como esposos y los esposos como solteros, los gobiernos dejan matar niños y olvidarse de los mayores, la única moral es la moral impositiva aunque los impuestos provengan de los lugares indecentes; ya no hay lugares indecentes si el Estado puso su sello de aprobación, no importa cual sea el sujeto o el objeto del placer aunque sea el mas aberrante; Carácter que es la reciedumbre necesaria para defender el bien de Dios, de su Iglesia y de las almas y sobreponerse a sí mismo ya que todo hombre carga el lastre del Pecado Original que juega a hacerle traición. Todo esto resumido hace lo Digno que es ser según Dios o lo Degenerado que es despreciar su Ley. Cuando el hombre no busca ser bueno ya no cae en las faltas de los hombres sanos sinó en la corrupción de los degenerados.
Los escándalos actuales de tantos sacerdotes malos no son algo insólito entre los hombres del mundo sinó la moneda corriente. ¿Qué podemos esperar de ciudades en las que los hombres se casan con los hombres? Peor, ciudades en las que dicen que eso es un derecho tan grande como casarse como Dios manda. Las ciudades contemporáneas pululan de vicios que hasta da pudor nombrarlos.
El mundo odia a los sacerdotes de sotana y de vida austera, reniega de los que le señalan sus desvíos y de los que le enseñan una vida casta.
Ese mismo mundo se rasga las vestiduras ante la conducta degradada de sacerdotes caídos en los desvíos a los que el mundo quiere dar derecho, como si les dijera: “¡Inmundos, hacéis lo mismo que nosotros!”.
No es al mundo a quien hay que pedir perdón sinó a Dios por haber permitido e inducido tamaña degradación en los sacerdotes y religiosos. Les quitaron la instrucción, las virtudes, el celo y las armas y lloran ahora sus derrotas.
El Clero contemporáneo, sus sacerdotes y obispos no son más que un efecto natural de la destrucción sistemática y voluntaria de nuestra religión que ellos mismos hicieron, unos por indolencia y comodidad, otros por diabólica maldad.
Sólo el regreso inapelable a la verdadera Doctrina, a la Misa y Sacramentos de siempre, a la conducta intachable y virtuosa, a la vida de oración y a la oposición diametral a lo que el mundo quiere puede permitir que haya sacerdotes buenos y confiables (“porque no sois del mundo”, S. Juan XV, 19).
Esto es imposible de suyo dentro del ámbito de la misa nueva, de Vaticano II y sus reformas, ellos mismos no quieren las armas del Clero que ellos mismos destrozaron.
La corrupción cesa cuando cesan sus causas. Esto no es enfermedad de algunas células sinó una infección generalizada de un organismo débil que no quiere usar los remedios adecuados.
En las cercanías de la Pascua no pidamos imposibles. No pidamos que se comporte bien el Clero modernista. No podría hacerlo con males y sin remedios. Pidamos que cese el modernismo que como virus infeccioso todo lo que toca lo contagia. Sólo los medios que mantuvieron en pié dos mil años al sacerdocio pueden seguir haciéndolo, el resto es ilusión.
Santas Pascuas.

Patagonia Argentina, abril 2 del 2010.
+ Mons. Andrés Morello.

jueves, 1 de abril de 2010

Jueves Santo, fiesta de la institución del Sacerdocio Católico

La dignidad del sacerdocio católico
(por San Alfonso María de Ligorio)
San Ignacio, el mártir, dice que el sacerdocio es la cumbre de todas las dignidades que puedan existen en este mundo. Y san Efrén subraya:"Es un milagro admirable la inconmensurable dignidad sacerdotal". Bartolomé Caneo escribe apoyándose en San Agustín:"Oh sacerdote de Dios. Si contemplas lo alto del cielo, más elevado eres tú... si contemplas la sublimidad de los señores terrenos, más sublime eres tu; sólo eres inferior a tu Creador”.
San Crisóstomo, recordando las palabras de Jesús:"Quién los escucha a ustedes, me escucha a mí", escribe:"Quien honra al sacerdote, honra a Cristo y quien injuria al sacerdote a Cristo injuria". Los sacerdotes son los dispensadores de las gracias divinas, son colaboradores de Dios. Por eso declara San Máximo de Torino que el juicio del cielo está sometido a la voluntad del sacerdote porque ”el señor obedece al siervo y todo lo que aquel indica aquí abaja, lo cumple aquel arriba", se atreve escribir San Juan Crisóstomo.
Si bajase el redentor mismo a su Iglesia y se sentaría en el confesionario para perdonar los pecados diría Jesús:"Yo te absuelvo", y si estuviese sentado un sacerdote en el confesionario al lado también diría":Yo te absuelvo", y ambos penitentes serían perdonados de la misma manera". ¡Qué honor sería si el jefe de gobierno le diese a alguien el poder de sacar de la cárcel a quien quiera! Pero más grande es el privilegio y el poder que el Padre le ha dado a Cristo y este a los sacerdotes de liberar a las almas del poder del infierno como dice san Crisóstomo:"Todo juicio del cielo les ha sido entregado".
Por eso podemos comprender que San Ambrosio afirma sin dudar:"No hay en este mundo nada que sea más elevado." O para utilizar las palabras de San Bernardo:" A ustedes los sacerdotes el Señor los ha puesto por encima de reyes y emperadores, encima de los mismos ángeles". Continúa diciendo San Pedro Damiani:" Los ángeles están al lado de los que ellos guardan y esperan la palabra del sacerdote; ni uno de ellos tiene el poder de atar o desatar". Se cuenta una historia de los tiempos de San Francisco de Sales. Éste había ordenado sacerdote a un joven clérigo. El santo había observado antes cómo llegado a la puerta el joven solía siempre pararse como quien cede el paso a alguien. Después de la ordenación vio que ya no cedía al paso. San Francisco le preguntó al joven sacerdote al respecto y éste le respondió:"Tengo el privilegio de ver continuamente a mi ángel de la guarda. Este siempre caminaba a mi derecha y delante de mí. Pero después de mi ordenación sacerdotal el ángel camina a mi izquierda y ya no quiere pasar delante de mí por la puerta". Algo similar enseña San Francisco de Asís: "Si veo al mismo tiempo a un sacerdote y a un ángel, saludaría primero al sacerdote y luego al ángel."
Muchos santos se animan hasta a decir que el poder del sacerdote es mayor que el de la Virgen María. San Bernardino de Siena escribe:"Bendita Virgen María, no quiero hablar en contra tuyo; perdóname, si digo: el Señor ha elevado al sacerdocio más que a ti porque el sacerdote puede llamarte a estar presente en este mundo en la consagración cuantas veces quiere mientras que tú tenias que esperar que se haga la voluntad de Dios".